En Baetulo se encuentra en niveles del 60/50, elaborada con pasta tarraconense, en los de 40/30 representa el 5% de las ánforas layetanas y hacia el 15 a.C. es ya residual (Comas, 1998, 221-223). En el oppidum ibérico de Burriac se pudo datar en dos niveles distintos, del 80/70 a.C. y 70/40 (Miró, Pujol y García, 1988, 32, 69). En Iluro el período inicial se sitúa en el segundo cuarto, el momento álgido en el tercero y perviven hasta el último cuarto de esta centuria, cuando probablemente hay que situar su desaparición (García i Rosselló y Gurri i Costa, 1996-97, 415).
De Cabrera de Mar proceden las variantes Dr. 1 A y Dr. 1 C junto a greco-itálicas utilizadas hasta el abandono del establecimiento de Ca l’Arnau-Can Benet en 80/70 a.C. (López Mullor y Martín Menéndez, 2006, 448; 2008, 41-42; 2009, 691). La variante más habitual es la segunda, con una cronología inicial del primer cuarto del s. I o principios del II (López Mullor y Martín Menéndez, 2006, 448; Martín y García, 2007, 72). En uno de estos yacimientos, Ca l’Arnau, tras su abandono se amortizan las estructuras y se instala un centro de producción cerámica que ya funcionaba en el segundo cuarto del s. I a.C. (Martín Menéndez y García Rosselló, 2007, 73) y el vertedero de Dr. 1 locales de Can Pau Ferrer se dató hacia el segundo cuarto del s. I, finalizando su actividad en el tercer cuarto (Ibidem, 80). En Can Balenço (Argentona) apareció un fragmento en un estrato del segundo cuarto del s. I a.C. y otro, estampillado Q.FAVI en un nivel de amortización datado por el contexto en el último decenio a.C. (CODEX, 1992, 167).
En Darró (Vilanova i la Geltrú, Barcelona) el inicio de su producción se sitúa en 50-40 a.C. (López Mullor, 2009, 84). Fuera del Maresme, en Tarragona, las greco-itálicas y las Dr. 1 A del yacimiento de El Vilar (Valls, Tarragona) se dataron provisionalmente por el contexto en el tercer cuarto del s. II. En El Vilarenc (Calafell, Tarragona), el material es del último tercio del s. I a.C. (Járrega y Prevosti, 2011, 470-471).
Resumiendo, los inicios de la producción (variante Dr. 1 A), estaría a principios del s I, tal vez algo antes, a la que posteriormente se le unió la variante Dr. 1 C. Entre 40/30 su contenido se exportaba a la Galia (Dr. 1 B). Coexistió con otros tipos anfóricos tarraconenses (Tarraconense 1 y Pascual 1), desapareciendo en un momento impreciso hacia el cambio de era. Se trata pues, de un envase de larga perduración, prácticamente todo el siglo I a.C.
La comarca que ha proporcionado más centros productivos y donde con toda probabilidad se inicia su producción es el Maresme. O. Olesti ha elaborado la lista, distinguiendo entre hornos ibéricos productores de imitaciones de Dr. 1 y hornos que inician su producción con la Dr. 1 layetana (Olesti, 1996-97, 200-202) y que seguiremos en estas líneas, así como la relación de García y Gurri (1996-97, 411-414). No es segura su fabricación en todos estos lugares, ya que raramente se pueden asociar directamente a un horno concreto, aunque se han hallado en las cercanías de éstos, en los vertederos, en niveles de hábitat e incluso en hallazgos casuales.
La distinción a la que nos hemos referido más arriba es importante: los primeros son la expresión de una continuidad desde la época ibérica, hasta el punto de que estas Dr. 1 se fabricaban en los mismos hornos indígenas ya existentes. En efecto, poco después se constata la multiplicación de estos hornos ibéricos que fabricaron la Tarraconense 1. Así, en el de Santa Cecilia o Sant Simó (Mataró), al lado de producciones ibéricas se hallaron piezas imitando la Dr. 1 itálica, y quizás lo mismo sucedió en Can Vilà.
Este hecho se ha puesto en relación con los hornos y vertederos mencionados, en el sentido de que se hayan fabricado allí junto a la cerámica ibérica y represente una continuidad con el mundo indígena y que estemos ante un primer paso de un fenómeno más general, la producción y comercialización de vino layetano por parte del mundo indígena romanizado (Olesti, 1996-97, 201).
Este mismo autor documenta otros cuatro hornos y vertederos donde tal vez se fabricó la Dr. 1, ahora con pasta igual a la de la Tarraconense 1, todos ellos en el hinterland de Iluro o Baetulo (Masnou, Alella, Premiá y Argentona). Tres presentan claros indicios de una ocupación ibérica anterior, cuestión sobre la que volveremos al tratar de las pastas (Ibidem, 199-200).
Se han documentado también posibles hornos que producían Dr. 1 con la técnica “romana” (tarraconense o layetana), con las que obraron las Tarraconense 1, Pascual 1 y Dr. 2/4, en Masnou, Alella, Premiá y Argentona). La mayoría presentan igualmente indicios claros de una ocupación ibérica anterior (Ibidem, 201-202).
En la misma comarca, en las cercanías del oppidum de Burriac (Argentona-Cabrera de Mar) se observa en ocasiones esta misma dualidad de pastas, como en Ca l’Arnau (primer cuarto del s. I a.C.) (Tremoleda, 2008, 124; López Mullor y Martín Menéndez, 2009, 690). En uno de los vertederos de este centro cerámico se exhumaron unos sesenta ejemplares (Martín Menéndez y García Rosselló, 2007, 73-74).
Todavía en la Layetania, pero en el interior (Vallès Oriental), ya hemos citado su fabricación en la villa de La Salut (Sabadell) donde procedente de material antiguo un borde presentaba la marca M.COS (Casas, 1987, 18-20 y fig. 2), al que hay que añadir el horno de Can Vendrell (Santa Eulàlia de Ronçana). Más al sur, ya en la Cosetania, hemos citado Darró (Vilanova i la Geltrú, Barcelona) donde es el tipo anfórico más antiguo allí fabricado, entre el 125 y el 75 a.C. (López Mullor, 2009, 84) y algo más al sur, también en la costa, conocemos el yacimiento de El Vilarenc (Calafell, Baix Penedès) (Tremoleda, 2008, 129).
Ya en el interior del territorium de Tarraco (Alt Camp), más exactamente en la zona de Fontscaldes, cerca de Valls, R. Járrega constata la producción de Dr. 1, sobre todo la variante B, así como posiblemente greco-itálicas (Járrega, 1998, 430-431, 434). Más concretamente, en el vertedero de la villa romana de El Vilar (Valls), tal vez desde el último cuarto del s. II, se han exhumado imitaciones locales de la Dr. 1 A en diferentes tamaños (Járrega, 2009, 104; Járrega y Prevosti, 2011, 470-471). Otras producciones meridionales antiguas se ubican en Tomoví (Albinyana-Santa Oliva) y Masía Bartomeu (El Vendrell) (López Mullor y Martín Menéndez, 2008, 38).
Otros yacimientos con hallazgos de Dr. 1 A y Dr. 1 B (no necesariamente centros de producción) se ubican en Alcover, Cambrils, Reus, Riudoms y Vilaseca, es decir, en el interior y al noroeste de Tarraco, llamando la atención su aparente ausencia, por el momento, en las cercanías de la ciudad (Járrega y Abela, 2011, 151).