El jueves 24 de abril de 2014 ha tenido lugar en el conjunto monumental de Ampurias una mesa redonda sobre La producción de ánforas en la costa oriental de la Hispania Citerior en época altoimperial, que ha sido co-organizado por el Institut Català d’Arqueologia Clàssica (ICAC) y el Museu d’Arqueologia de Catalunya (MAC) – Empúries, por parte de Ramon Járrega y Joaquim Tremoleda. Han participado los organizadores del evento, Joaquim Tremoleda y Ramon Járrega, así como el Dr. Josep Maria Nolla, de la Universitat de Girona, Pepita Padrós y Montserrat Comas, del Museu de Badalona, Piero Berni, investigador adscrito al ICAC, y Daniel Mateo, becario de la Universidad de Alicante.
Esta mesa redonda se ha llevado a cabo en el marco del proyecto financiado por el MINECO, “Amphorae ex Hispania: paisajes de producción y consumo” (HAR2011-28.244), y ha contado con la asistencia de 22 alumnos de la Universitat de Girona.
Para abrir la sesión, Marta Santos, directora del MAC – Empúries, dirigió unas palabras de bienvenida, seguidas por dos breves intervenciones de Ramon Járrega y Joaquim Tremoleda, presentando la mesa redonda.
En primer lugar, Joaquim Tremoleda expuso una visión general sobre la producción de ánforas en las comarcas del nordeste de Cataluña, correspondientes a la actual provincia de Gerona. Destacó la presencia de diversos talleres situados en la costa (Fenals, la Canaleta, Pla de Palol – Can Lloverons, Collet de Sant Antoni de Calonge, Palamós y Llafranc, así como en el interior (Puig Rodon, La Bomba, quizás Pla de l’Horta y especialmente Ermedàs). Estos talleres se conocen irregularmente, si bien algunos (Fenals, Collet de Sant Antoni de Calonge, Ermedàs) han sido objeto de excavación en extensión, lo que ha permitido documentar una serie de talleres especializados muy similares entre sí y sin aparente relación con villas romanas en su proximidad, , excepto el del Collet, con la villa localizada, muy cercana.
En estos talleres se documenta la producción de Tarraconense 1, en un caso la denominada “Tarraconense 2”, así como (y especialmente) Pascual 1 y Dressel 2-4. Se documenta también la producción de las formas Dressel 7-11 y Gauloise 4, así como probablemente de la forma Oberaden 74. El momento principal de la producción de estos talleres se sitúa en el siglo I dC, si bien tienen su inicio en las décadas inmediatamente anteriores al cambio de Era. En algunos casos se puede documentar su actividad todavía en pleno siglo II, como en el taller de Ermedàs, donde se detectó una producción de ánforas que podemos considerar dentro del grupo de la denominada Dressel 2-4 evolucionada. Esta continuidad viene también demostrada por la producción de ánforas en todo idénticas a las Gauloise 4 que se producían en la Narbonense a finales del siglo I y durante el II dC.
En lo que se refiere a talleres del interior, el más representativo es el de Ermedàs, que inicia su producción tardíamente, donde se detectó una producción de ánforas que podemos considerar dentro del grupo de la denominada Dressel 2-4 evolucionada y ánforas de base plana del tipo Dressel 28. Se hizo hincapié en la proporción y la significación de las ánforas respecto al total de la producción; así, mientras en el taller de Fenals, Lloret de Mar y por extensión en los talleres costeros, las ánforas aportan un 70% del total, mientras que en Ermedàs apenas llegan al 3%.
Aunque no son muy abundantes, en la zona estudiada se documentan algunos ejemplares con sellos; particularmente interesante es el de P•VSVL•VEIENT del taller de Llafranc, en Palafrugell, correspondiente al ciudadano narbonense Publio Usulio Veientano, lo que nos ilustra sobre el papel de determinadas élites en la producción de ánforas y seguramente también del vino que se envasaba en las mismas. Se presentaron también algunos interesantísimos signacula, que se encuentran en curso de publicación.
Seguidamente, Josep Maria Nolla expuso el caso concreto del ánfora que él bautizó con el nombre de Dressel 8 ampuritana. Este tipo anfórico presenta unas características tipológicas específicas que permite distinguirlo netamente del resto de las ánforas del grupo Dressel 7-11, al presentar un cuerpo esbelto y alargado y un borde muy característico. Se trata de una producción muy estandarizada, con unas arcillas muy pulidas, que recuerdan a las producciones de la Narbonense. Aunque no se han localizado los talleres, su abundancia en Ampurias (donde se han hallado ejemplares enteros, en el ámbito de las casas romanas) permite afirmar que su lugar de producción debió situarse en las cercanías de la ciudad. Es interesante tener en cuenta la presencia, en la Neápolis ampuritana, de una factoría de salazones del siglo I dC, y especialmente el hallazgo de espinas de pescado en el interior de una de estas ánforas, hallada en la cercana villa de Tolegassos, lo que certifica que su contenido fue piscícola, probablemente garum. Estas ánforas estaban ocasionalmente marcadas con el sello ANTH, lo que ha permitido documentar su difusión, al parecer relativamente importante, pues se han documentado en Baetulo (Badalona) y en Holanda.
En tercer lugar, intervinieron Pepita Padrós y Montserrat Comas, quienes expusieron las últimas novedades sobre la producción de ánforas en el ager de la ciudad de Baetulo, que acabamos de mencionar. Desde hace tiempo es conocida la marca M·PORCI, correspondiente a cierto Marcus Porcius, que en gran cantidad aparece sobre ánforas de la forma Pascual 1 que, por su abundancia, se sabía que había de corresponder a una figlina situada en relación con esta ciudad. Su difusión en la Galia es también de hace tiempo conocida.
Pepita Padrós hizo incidencida en la existencia de talleres de ánforas documentados junto a Baetulo en Cal Ros de les Cabres (El Masnou), así como la posibilidad de que algunos de los talleres documentados tierras más al interior, concretamente en Can Feu (Sant Quirze del Vallès), La Salut (Sabadell) y Montcada, pudiesen haber pertenecido al ager de Baetulo, que quizás aparezca mencionado en la inscripción fragmentada de un terminus augustalis hallado hace años en Montornès del Vallès.
Los dos yacimientos mejor excavados y probablemente más importantes que produjeron ánforas se encuentran inmediatos al núcleo urbano de Baetulo, y son las figlinae de Can Peixau y de Illa Fradera. Se trata de talleres que, aunque producían también otros materiales (lucernas, pondera) estaban dedicados prácticamente en exclusiva a la producción de ánforas, siendo la forma más representada (por abrumadora mayoría) la Pascual 1. Por ello, el momento de máxima actividad de estos talleres corresponde a la época de Augusto. En Illa Fradera se ha documentado la presencia, en escasa cantidad, de ánforas de la forma Dressel 2-4, correspondientes sin duda al período final de la producción.
Montserrat Comas ha relacionado las abundantes marcas de las ánforas documentadas en los yacimientos badaloneses con los estudios arqueométricos realizados en la Universidad de Barcelona por parte de Verónica Martínez Ferreras. Por ello, se ha atribuido la conocida marca de M•PORCI tanto a los talleres de Illa Fradera como Can Peixau, con una mayor abundancia en este último. En otros casos también se ha atribuido una determinada marca a un taller mediante los análisis arqueométricos: así, el sello C•ANTESTI se asocia al taller de Can Peixau y las marcas VAS, CN·FVL·SEC Y Q•F•S al de Illa Fradera.
Finalmente, se analizó la importante difusión hacia el sur de Francia de las ánforas producidas en los talleres de Baetulo: como lo demuestra su presencia en los pecios de Cap de Vol, Els Ullastres y Port Vendres V, así como en diversos yacimientos terrestres.
La siguiente intervención fue a cargo de Piero Berni, quien presentó una exposición centrada en el significado de los sellos anfóricos a partir de la experiencia de los talleres de la zona cercana a la desembocadura del Llobregat, que ha tenido ocasión de estudiar recientemente, en el marco de la monografía que se ha publicado hace poco sobre este tema.
La primera parte de la intervención de Berni se centró en la interpretación de los sellos de las ánforas. Superando algunas sugerencias de diversos autores que relacionaban las marcas de las ánforas con la comercialización de las mismas, Berni entronca con la interpretación tradicional de Dressel, según el cual el sello no es otra cosa que un registro de fábrica sobre un conjunto de ánforas. Expuso también la finalidad del grafito, que hace referencia a la actividad del artesano. Un mismo grafito puede aparecer asociado a distintos sellos. La presencia en diversos talleres de marcas al parecer correspondientes a un mismo personaje se interpreta a partir de la asociación de un artesano con distintos talleres. Ello podría estarnos mostrando la existencia de posibles consorcios de alfareros, y además hay que considerar la posibilidad de que los distintos talleres documentados en la zona del Llobregat (Sant Boi, Can Tintorer, Can Pedrerol y Sant Vicenç dels Horts) estuviesen situados, no en terreno privado, sino en el ager publicus de Barcino.
Berni entró posteriormente en otros aspectos interpretativos realmente interesantes, como pueden ser la presencia en los sellos de las ánforas Pascual 1 de algunos personajes importantes claramente foráneos (Publius Baebius Tuticanus, Cnaeus Lentulus Augur), lo que se explica por la presencia de inversores extranjeros que aprovecharon lo que podría calificarse como “oportunismo financiero” para sacar provecho económico con el floreciente y lucrativo negocio del vino tarraconense.
Por otro lado, Berni puso de relieve la relación que parece tener la fundación de la ciudad de Barcino (Barcelona) con la aparición de las figlinae que se constatan, al mismo tiempo, en la zona suburbial de la ciudad. Destaca, en la zona del Llobregat, la producción de ánforas Pascual 1 (y poco después, Dressel 2-4) y de marcas bastante sugerentes, como la de IVLI·ANICETI en el taller e Sant Boi de Llobregat.
Hacia el cambio de Era, los talleres del Llobregat experimentaron un fuerte crecimiento de la producción de ánforas de la forma Dressel 2-4, en detrimento de la Pascual 1. Define una fase de apogeo, centrada en época de Tiberio, con la presencia de abundantes ejemplares sellados de ánforas de la forma Dressel 2-4. Una característica propia de esta fase es la presencia de pares de sellos, la mayoría de ellos correspondientes a personajes de origen servil. Se produjo una eclosión de sellos muy simples, de difícil interpretación. Se plantea la sugestiva hipótesis de Diana Gorostidi, según la cual el sello SYNE que aparece en las ánforas de Sant Vicenç dels Horts de época de Tiberio-Claudio no es otro que el seviro augustal Caius Trocina Synecdemus mencionado en una inscripción lapidaria hallada en la vecina Castelldefels y datada en época flavia.
En los centros de producción no se han hallado tituli picti, pero Berni hizo referencia a un caso del Castro Pretorio (Roma), donde una inscripción pintada que al parecer puede desarrollarse como v(inum) se asocia con la marca PLOC, del taller de Sant Vicenç dels Horts, así como otro caso de Caesaraugusta (Zaragoza), publicada recientemente por Cèsar Carreras y Oriol Olesti donde un titulus pictus hace referencia al controvertido lauronense vinum, en un ánfora con un sello in planta pedis del taller de Malgrat (Barcelona).
Berni finalizó su intervención haciendo referencia al taller de Malgrat, que está estudiando conjuntamente con Ramon Járrega, en el cual se ha documentado una gran cantidad de sellos anfóricos (más de 200), así como tres fases evolutivas, una de ellas de época augustea plena (con ánforas de la forma Pascual 1 y Dressel 2-4, además de algunos ejemplares híbridos entre ambas), una segunda de época tardoaugustea-tiberiana (con las ánforas Dressel 2-4 clásicas) y una tercera fase (datada en los años 60-80 dC) caracterizada por unas ánforas Dressel 2-4 de gran tamaño, que por lo que sabemos fueron exportadas a Cartago y Roma. Este taller, cuando se publique la monografía correspondiente, constituirá uno de los mejores ejemplos conocidos para el estudio de la producción de ánforas destinadas a envasar el vino layetano.
Tras una pausa para el almuerzo, se reemprendió la sesión con la intervención de Ramón Járrega, quien habló sobre la producción de ánforas en el ager de la antigua Tarraco (Tarragona) y también en la zona del curso final del río Ebro, que podemos considerar aproximadamente dentro del territorio de Dertosa (Tortosa). Ambas zonas, aún menos conocidas de lo que sería deseable, presentan dinámicas distintas entre ellas. En primer lugar, se remarcó la gran cantidad de ánforas itálicas de la forma Dressel 1 que se han hallado en el territorio de Tarraco, lo que pone de relieve una considerable importación de vino itálico en los siglos II y I aC. En este período, se llevaron a cabo algunas producciones locales de ánforas Dressel 1, incluso con sellos ibéricos, que se han documentado en el interior del ager Tarraconensis (actual comarca del Alt Camp), si bien no parecen haber tenido un relieve muy importante.
En época de Augusto, se documenta la producción de ánforas Pascual 1 (no existe constancia de que se elaborasen ánforas Tarraconense 1 en la zona de Tarraco) en la zona oriental del territorio tarraconense (taller de Darró, en Vilanova i la Geltrú), pero sólo en poca cantidad en los talleres más próximos a la ciudad (comarca del Baix Camp), lo que permite suponer que en esta última zona se empezaron a producir ánforas en los últimos momentos de vigencia de dicha forma, probablemente en época augustea avanzada o ya en tiempos de Tiberio. En época augustea, en el ager Tarraconensis, tan sólo conocemos con seguridad la producción de ánforas Oberaden 74 en el taller de la Canaleta (Vila-seca), abundantemente marcadas con las marcas PHILODAMVS (principalmente) y SEX•DOMITI. Esta última marca está también documentada en el taller de L’Aumedina (Tivissa), en la zona del Ebro, aunque ambas producciones presentan características físicas distintas, lo que nos permite asegurar que en ambos centros se elaboraba la misma marca. Estas marcas tuvieron una importante difusión en el sur de la Galia, si bien aún está por determinar si corresponden a la producción de la Canaleta o la de L’Aumedina.
El grueso de la producción en la zona central del ager Tarraconensis (actual comarca del Baix Camp) al parecer comienza en un momento avanzado del siglo I, en época de Tiberio –Claudio. La forma más producida con diferencia es la Dressel 2-4, si bien se produjo (en menor cantidad) la forma Dressel 7-11, supuestamente para el envase de productos piscícolas. Merece la pena señalarse el hecho de que estas últimas ánforas no se produjeron en la costa central catalana, sino solamente en las comarcas del nordeste y del sur de Cataluña.
Las ánforas tarraconenses presentan algunos sellos (no en cantidades muy elevadas), siempre en el cuello y en un taller en el borde, y nunca en los pivotes, donde en cambio sí que aparecen abundantes grafitos. Aparecen algunos nombres de ciudadanos, aunque la mayoría parecen corresponder a esclavos, y en algunos casos no es posible identificarlos. Es de destacar el caso de una marca de posible lectura M•CLO•M del taller de Mas d’en Corts (Riudoms), que puede atribuirse a un Marcus Clodius Martialis, conocido por varias inscripciones sobre dolia y por una inscripción lapidaria de Tarraco de época flavia, que nos informa que este personaje fue prefecto de las Baleares. Ello nos permite valorar, aunque sea parcialmente, el papel de las élites tarraconenses con la producción anfórica y, lógicamente también, vinaria en el área del ager Tarraconensis.
Los sellos tarraconenses se han documentado en pecios de la isla de Cerdeña (que seguramente se dirigían a Roma) así como en Cartago, lo que nos documenta la difusión del vino tarraconense hacia Roma.
Desgraciadamente, los talleres del ager Tarraconensis apenas han sido objeto de excavaciones arqueológicas. Tan sólo se han llevado a cabo en Darró (Vilanova i la Geltrú), La Canaleta (Vila-seca), Mas d’en Corts (Riudoms) y finalmente en El Vila-sec (Alcover), pero la mayoría han sido hasta ahora objeto de publicaciones muy parciales o sucintas. En el caso de Mas d’en Corts, la producción de ánforas parece cesar en época flavia. Sin embargo, se ha documentado recientemente la existencia de la denominada Dressel 2-4 evolucionada, forma más maciza y cilíndrica que la del siglo I, con asas semibífidas y un característico borde de perfil cuadrangular. No se ha documentado aún su área de producción (aunque parece haberse elaborado en Sota la Timba del Castellot, en Riudoms), pero aparece en contextos de la segunda mitad del siglo II e inicios del III dC, tanto en el área de producción (villas de Els Munts de Altafulla y Els Antigons de Reus) como en Ostia, lo que prueba la continuidad de la exportación hacia Roma.
La zona del curso final del Ebro, que podemos poner en relación con el territorio de Dertosa (Tortosa), está documentada tan sólo por tres talleres (L’Aumedina, en Tivissa; Mas d’en Catxorro, en Benifallet y Mas d’Aragó, en Cervera del Maestrat, ya en tierras valencianas), que han sido objeto de excavaciones, aunque muy parciales. Estos talleres siguen una dinámica distinta a la del ager Tarraconensis y en cierto modo comparable a los de la costa central catalana (es decir, la producción layetana), con la producción de ánforas de las formas Oberaden 74, Pascual 1, Dressel 2-4 y Dressel 7-11. Las del taller de Tivissa, con las marcas TIBISI y SEX•DOMITI, presentan una importante difusión en el sur de Francia y en Italia, aunque hemos de tener en cuenta la salvedad expresada más arriba con relación con el taller de La Canaleta. Se ha asociado también con esta zona (¿taller del Mas del Catxorro?) una marca correspondiente a Caius Mussidius Nepos en ánforas de la forma Pascual 1, que corresponde a un personaje itálico que probablemente se ha de interpretar en el sentido del “oportunismo financiero” señalado en la intervención de Piero Berni, en época de Augusto.
La producción de la zona del Ebro no aparece datada con seguridad, pero empezó sin duda en época de Augusto; el final de la misma es bastante más difícil de documentar, pues nos faltan datos que nos permitan llevarla más allá de finales del siglo I dC. Se trata de un área todavía muy desconocida, aunque se documenta una importación hacia el sur de Francia e Italia, y también, probablemente, Ebro arriba hacia Caesaraugusta (Zaragoza), aprovechando el papel de puerto marítimo y fluvial de la antigua Dertosa.
Finalmente, Daniel Mateo presentó un estado de la cuestión en relación con el área valenciana. La zona mejor conocida es la meridional, en relación con el antiguo municipio de Dianium (Denia). De todos modos, ya hace algún tiempo que se conoce la producción de ánforas vinarias en Saguntum (Sagunto), en ánforas de la forma Dressel 2-4. Esta producción se pone en relación con las fuentes clásicas que mencionan el vino saguntino, y se han documentado algunos sellos (aunque alguno de ellos de atribución dudosa) que aparecen tanto en Sagunto como en algunos pecios de reciente identificación, lo que permite documentar su difusión hacia Roma, en concordancia con las fuentes escritas. Se han documentado superficialmente algunos talleres en las inmediaciones de Sagunto (Les Jovades y Els Arcs, en Torres-Torres; La Punta, en La Vall d’Uixó), pero no han sido nunca objeto de excavación.
Entre la zona de Dianium anteriormente mencionada y la de Saguntum se han documentado otros talleres escasamente publicados en el Clot de Rascanya (Llíria), la villa de l’Hort de Pepica (Catarroja) y la villa del Les Olleries (Paterna), los dos últimos ya en el llano aluvial inmediato a la Albufera de Valencia.
A continuación, Mateo llevó a cabo un extenso repaso a la producción en la zona de Oliva y Denia, que se asocia claramente al antiguo municipio de Dianium (Denia) y que corresponde a una producción vinaria que no aparece mencionada en las fuentes escritas. En esta zona se produjeron ánforas de la forma Dressel 2- 4, pero también otras, como la inicialmente denominada “Oliva 3”, que podrían documentar también la producción de aceite, ánforas Gauloise 4 y Almadrava IV. En esta zona, la fase más importante de la producción, a diferencia de lo que se ha visto en relación con la costa catalana, se inicia en la segunda mitad del siglo I d. C. y se extiende hasta el III d. C.