En Cataluña, su mercado parece ser limitado: Ampurias principalmente, en época augústea, (Nolla, 1987, 218). También en el teatro romano de Tarraco en diversos contextos desde el 40 a.C. al cambio de era en proporciones variables en relación con la Pascual 1 según la época (Gebellí, 2008, 50-51) y posiblemente esta ciudad debía el destino principal de las producciones de El Vilarenc, pero no la única (Revilla, 2010, 204). En Barcino (por ej.: Aguelo y Huertas, 2009, 92; Carreras, 2009a, 19), se encuentra siempre en cantidades muy reducidas y no están fabricadas en la ciudad.
La mayor parte de los hallazgos se localizan en la Galia, donde se transportaría por vía fluvial, sea por el Ródano: Arles, (Excoffon y Pasqualini, 2004, 20-21), Lyon-Vienne, en contexto de época augustea (Desbat y Martin-Kilcher, 1989, 341) hasta Bibracte (labio estampillado …BI) (Laubenheimer y Rodríguez, 1991, 50 nº 3 y fig. 25). Los hallazgos en el puerto de Lattara (Lattes, Hérault), ya al norte de Narbona y por lo tanto más en relación con Marsella, parecen dibujar esta ruta (García y Vallet, 2002, 85).
Por el eje Aude-Garonne la documentamos en el fondeadero y centro de redistribución de Port-la-Nautique/Narbona con el sello C.IVNI (ANTEAS, 1993, nº 163 y nº 164 p. 42), Vieille-Toulouse, Agen y Saintes (Lauranceau, 1988, p. 271-272 y fig. 8.69), Libourne, Périgueux y Bordeaux (labio estampillado …R) (Berthault, 1998, 451-452; 2009, fig. 28).
Finalmente, a estos hallazgos podemos añadir los de Nîmes y Quimper, posiblemente residuales (López Mullor y Martín Menéndez, 2009, 697). En definitiva, se trata del “isthme gaulois”, principal vía de penetración en la Galia de las Pascual 1.
A este respecto, es interesante señalar que se conocen pecios con este cargamento, todos ellos localizados al norte de las zonas de fabricación y que por lo tanto se dirigían a la Galia en ruta de cabotaje. Los dos que se encuentran en la costa de Girona, el de les Illes Formigues (Palamós) y el de Cala Bona 1 (Cadaqués) han sido estudiados de nuevo por A. Martín Menéndez (2008), con resultados muy interesantes: se trata de cargamentos mixtos con una carga mayoritaria de ánforas béticas en el primero mientras que en el Cala Bona sucedería lo contrario, con una mayoría de Tar. 1. Esta misma asociación podría indicar el pecio Grand Congloué 3, hundido en Marsella poco después de la mitad del s. I a.C., con un cargamento de Dr. 12 béticas y otras de perfil ovoide parecidas a las ovoides gaditanas, con variantes en el perfil y el labio moldurado (Liou, 2000, 1091 y fig. J y K) pero que tal vez, o en parte, pertenezcan a nuestro tipo.
En Port Vendres conocemos el pecio Cap Béar 3 (50-25 a.C.), también con cargamento mixto de tres procedencias: Dr. 1B itálicas, Dr. 12 béticas y Pascual 1 (Liou y Pomey, 1985, 551). Posteriormente estudios más detallados han permitido incluir en el cargamento a la Dr. 1 B de la Tarraconense y a la Tar. 1 (Colls, 1986; Etienne y Mayet, 2000, 122-125). Así pues, los tres envases típicos del NE de la Tarraconense coexistieron durante algún tiempo, comercializándose juntos.
Otra vía fluvial de penetración es hacia la Tarraconensis interior por el Ebro, para la cual seguiremos el trabajo de M. Beltrán Lloris (2008, 274-278, 304 y fig.1), quien incluso diferencia entre los tipos Tar. 1 y 2. Por lo que se refiere al primer tipo, los hallazgos más importantes son los de Caesaraugusta (hacia 35/30 a. C.), y de Celsa, donde es minoritaria respecto del resto de envases nortarraconenses. La Tar. 2 de Zaragoza es también augustea. Más en el interior peninsular, ya en las proximidades del valle del Ebro, la encontramos en Tiermes.
Por vía marítima meridional, de Sagunto conocemos un ejemplar procedente de excavaciones antiguas datable en la segunda mitad del s. I a.C. (Márquez y Molina, 2005, 142) y otro de Valencia, en un contexto del 20 a.C. al cambio de era (Ibidem, 143), tímidos indicios de una posible exportación hacia el País Valenciano o tal vez en ruta hacia destinos más meridionales.
Finalmente, otra ruta marítima de cuyo alcance también conocemos poco es la oriental. En Mallorca, se conocen hallazgos en Pollentia (Alcúdia), Ses Païsses (Artà) (López Mullor y Martín Menéndez, 2009, 697), Son Fornés, Palma (Fayas, 2010, 184-185) y en Mahón (Pons y Pons, 2005, 878-879). Siempre en poca cantidad, falta saber si nos hallamos ante sus lugares de destino o bien como escala hacia destinos más lejanos, tal vez Roma.
En resumen, si estos datos fueran extrapolables, se dibuja una apreciable dispersión de estos envases tanto por vía marítima como fluvial, que nos recuerda, en términos generales, la difusión de las Pascual 1 (ejes fluviales en la Galia, con destino final en el limes) y por otra parte, en menor medida, la vía del valle del Ebro.
Particularmente interesante es su frecuente asociación con la Pascual 1 y con las ovoides béticas, exponente de un mercado de procedencias mixtas de la misma zona de producción o diferente, respectivamente, lo cual, en el segundo caso, nos introduciría en un tráfico cuyas naves partieron de la Bética haciendo escala en el nordeste de la Tarraconense. Otra posibilidad sería el embarque de los envases béticos en puertos septentrionales de la Layetania (Baetulo, Iluro), formando parte de un comercio de redistribución.
Cronológicamente, estas actividades se engloban dentro de la primera fase de la distribución del vino de la Tarraconense (40-15 a.C.) propuesta por C. Carreras (2009c, 172), el cual se lleva a cabo junto a las Pascual 1 y en el que Ampurias, Badalona y Port-la-Nautique/Narbona actuarían como centros productores y/o distribuidores.
La Tar. 1 es sin duda la expresión de un importante aumento de la producción vinícola de esta parte de la Citerior y de su exportación, una vez superados los balbuceos de su predecesora Dressel 1 y al mismo tiempo el preludio de la eclosión de estas exportaciones con la Pascual 1, de la que es contemporánea en los inicios de su fabricación.
Los ejemplares ovoides béticas del pecio de les Illes Formigues estaban resinadas, por lo que en principio quedaría descartado el aceite (Martín Menéndez, 2008, 106-108, 121). Sin embargo las últimas investigaciones sobre residuos orgánicos en ánforas no descartan que las olearias estuvieran también resinadas (por ej.: Pecci y Cau Ontiveros, 2010).
Por su parte las Tar. 1 del pecio de cala Bona estaban igualmente resinadas (A. Martín Menéndez, comunicación personal, que agradecemos) así como la Tar. 1 A estampillada L.VOLTEIL del pecio de les Illes formigues (Martín Menéndez, 2008, p. 106), así como la de Gruissan con la marca MEVI (Solier et alii, 1981, p. 62).
Por lo tanto la cuestión queda abierta, aunque nos inclinamos más bien por el vino, pues no se han localizado centros productores de aceite o salazones en la región, y en cambio éste era el contenido del resto de las producciones anfóricas, además de haberse localizado instalaciones vinícolas.
Las variantes fusiformes más alargadas (Tar. 1 B y E), cuyos parecidos con los envases vinarios del mismo origen son evidentes (Dr. 1 y Pascual 1), hacen pensar en este producto.
Otra cosa es preguntarnos qué tipo de vino transportaron. Es interesante la cuestión planteada por R. Etienne y F. Mayet bajo el epígafe “inspiration, imitation, contrefaçon” (2000, 254-255). No es lo mismo inspirarse o imitar un recipiente itálico reconociéndose las diferencias de detalle entre ambos (sería el caso de las Tar. 1 y de las Pascual 1) para facilitar la identificación de su contenido, que una pura y simple falsificación, en la que se fabrican lo más parecidos posible al original con el propósito de confundirlos con ellos (como sería el caso de las Dr. 1 tarraconenses del pecio Cap Béar 3, difícilmente distinguibles a no ser por la pasta y algo más altas). En el primer caso, el propósito es que quede claro que se trata de vino, pero layetano, mientras que en el segundo se trataría de engañar al consumidor, vendiéndole vino layetano transportado anteriormente a la Layetania, tal vez en barcos-contenedores en dolia, en vez del itálico, de mejor calidad.