Como Laietana 1 fue identificada por primera vez en Baetulo (Comas, 1985, 65-66 y 1987, 163-165 y fig. 3-5) y simultáneamente, sobre todo en base a las halladas en Ampurias, J. M. Nolla y J. M. Solías la llamaron Tarraconense 1 (1984-85, 112) (Tar. en adelante). Se fue constatando que en realidad se trata de un mismo tipo, cuestión en la que se está de acuerdo mayoritariamente, denominándola así desde entonces.
Basándonos en estos primeros hallazgos, la incorporamos en nuestro trabajo de síntesis sobre las ánforas romanas producidas en Cataluña (Miró, 1988a, 63-69), al mismo tiempo que con las nuevas investigaciones se iban conociendo más detalles (Nolla, 1987; Comas y Casas, 1989). Por otra parte, empezaron a observarse diferencias regionales, principalmente en el Maresme como región productora de estas ánforas (García i Rosselló y Gurri i Costa, 1996-97; Olesti, 1996-97, 434; Martín Menéndez y García Rosselló, 2007).
El año 2000 vio otra síntesis dentro de la monografía dedicada al vino hispánico (Etienne y Mayet, 2000, 120-124) y J. Tremoleda en el mismo año la incluyó en su estudio de conjunto sobre las ánforas del nordeste de Cataluña, incorporando ya el tipo Tar. 2 (Tremoleda, 2000, p. 114-118. El trabajo de campo efectuado en la Layetania principalmente, así como el nuevo estudio de materiales antiguos inéditos o deficientemente publicados permitió la elaboración de tres nuevos estudios de conjunto dentro de las ánforas del NE de la Tarraconense (López Mullor y Martín Menéndez, 2006, 449-456; 2008, 44-55 y 2009, 693-698).
Etienne y Mayet las englobaron, como las Pascual 1 y las Dr. 1 B de la Tarraconense, en el apartado de imitaciones de la Dr. 1 B itálica (2000, 109), lo cual si bien parece bastante claro en el caso de la Dr. 1, en los subtipos Tar. 1 B y E, para el resto cuestión no parece tan clara. A esta doble filiación también se ha referido J.M. Nolla (1987, 222), indicando que la Tar. 1 (al menos los subtipos A, C y D) podría inspirarse en modelos ovoides de la Apulia, mientras que la Pascual 1 lo haría de la Dr. 1 B. Para M. Comas (1985, 66), la Pascual 1 sería una evolución de la Tar. 1 y más concretamente, la variante 1 E sería su precedente directo (López Mullor y Martín Menéndez, 2006, 450; López Mullor y Martín Menéndez, 2008, 47), cuestión de la que discrepan otros autores (Nolla y Solías, 1984-85, 138-139) aunque en este caso basándose en las variantes ovoides, por lo que esta hipótesis parece plausible. En cualquier caso, nos parece claro el parecido de esta forma 1E con la Pascual 1. Por otra parte Dell'Amico y Pallarés la clasificaron en varios tipos (Laietana 1 a 3, Tar. 1) lo que en nuestra opinión ha complicado todavía más esta cuestión (2007, 68-77).
Además, presentan apreciables diferencias tipológicas, por lo que en ocasiones se las ha confundido tanto con las producciones ovoides béticas del Guadalquivir y gaditanas como con las ovoides de Apulia. El reestudio de los ejemplares de los pecios de Illes Formigues y Cala Bona indica que en ambos habría que diferenciar dos grandes bloques, las Tar. 1 y las ovoides béticas (Martín Menéndez, 2008). Añadamos dos recientes estados de la cuestión, el primero dentro de la dinámica socioeconómica de la Tarraconense oriental a finales de la República e inicios del Imperio (Berni y Miró, 2013, p. 65-67) y el segundo dentro del conjunto de las ánforas del este de la Hispania Citerior tardorepublicana (Járrega, 2015, p. 80-88).
En términos generales, parecen dibujarse dos grupos:
Figura 1.- Ánforas Tarraconense 1 a 3 (López Mullor y Martín Menéndez, 2009, fig. 2) |
López Mullor y Martín Menéndez (2009, 693-698) han establecido una tipología más detallada, diferenciando tres tipos, el primero y más importante de ellos presentando a su vez cinco variantes. La A, C y D las englobaríamos dentro del primer grupo, mientras que la B y E dentro del segundo. Es de destacar que éste último recuerda notablemente el perfil de la Pascual 1.
Para la descripción de la Tar. 1 resumimos la rigurosa y completa descripción de Nolla y Solías (1984-85, 111): perfil ovoide, cuello no muy alto, robusto y troncocónico a veces casi cilíndrico y macizo, asas siempre cortas y robustas, de sección variable, normalmente elíptica, a veces con acanaladuras, que salen justo de debajo del labio y acaban en la espalda, suavemente redondeada y nunca marcada. El labio es una parte característica y con memos variaciones: no muy alto, normalmente con la pared abierta con un mayor diámetro en la parte alta, paredes rectas y a menudo la parte superior presenta un engrosamiento redondeado, que es característico, y que a vec forma un anillo y por lo tanto un labio más complejo. el labio presenta también a veces un escalón de menor diámetro en relación con el labio propiamente dicho o un listón. El pivote no es muy alto, robusto casi cilíndrico y macizo.
La Tar. 2 fue definida en base a los materiales del horno de Fenals (Lloret de Mar), por lo que también se la identifica como Fenals 1. Sin embargo, sólo se exhumaron cuellos y bordes, por lo que es fácil confundirlas con formas béticas. Su rasgo más característico, según estos autores, es el labio, que recuerda al de las Dr. 8 por su bisel. Borde de poca altura, labio engrosado normalmente redondeados, con collarino o moldura en la parte inferior, asas que salen del inicio del cuello, de sección redondeada o algo aplastada y en la parte superior con dos o más acanaladuras poco profundas (Tremoleda, 2000, 117).
Finalmente, la Tar. 3 procede de los centros de producción de El Vilarenc (Calafell, Tarragona) y La Fornaca (Vilassar de Dalt, Barcelona). Se conocen algunos ejemplares enteros: panza ovoidal, sin separación del cuello, éste robusto y corto, labio ligeramente exvasado con una corta moldura en la parte inferior, asas cortas y de perfil casi redondeado, pivote macizo pero corto y marcadamente redondeado. Las ánforas del Vilarenc, según V. Revilla, son totalmente originales, producidas y exportadas en poca cantidad, muestran detalles de acabado que les confieren una acusada identidad (Revilla, 2010, 204).
En nuestra opinión, dada la escasez de materiales atribuibles a los dos últimos tipos, mantenemos nuestras reservas sobre su atribución como diferentes al primero. A menos que prefiramos otorgarles un criterio de origen geográfico: la Tar. 1 sería layetana (del Maresme en especial, tal como parecen indicarlo algunas de las marcas), la Tar 2 de la costa de Girona y la Tar. 3 de Tarragona. Cuestiones en las que, por supuesto habrá que profundizar.
Por nuestra parte, preferimos una tipología provisional según el perfil general más que fijarnos en cuestiones de detalle y proponemos que las Tar. 1 A, C, D y Tar. 3 encajarían, “grosso modo”, dentro del grupo ovoide definido al principio, mientras que las Tar. 1 B y E lo harían dentro de las fusiformes y a las que tal vez habría que considerar una tipología aparte, pues partimos de la base de que la Tar. 1 es considerada como una ánfora ovoide.
Da la impresión, en conjunto, que se trata de un envase "experimental", en absoluto estandarizado, como si sus creadores fueran probando y modificándolo según la función a la que estaban destinados. Los ejemplares del pecio de Cala Bona, prácticamente todos diferentes, así parecen indicarlo.
Figura 2.- Tar. 1 A del pecio de Cala Bona 1 (López Mullor y Martín Menéndez, 2006, fig. 5.1) | Figura 3.- Tar. 1 E del pecio de Cala Bona 1 (López Mullor y Martín Menéndez, 2006, fig. 6.7) |