La difusión comercial de estas T-8211 debió ser desde los primeros momentos un fenómeno de importancia, participando muy activamente en la distribución marítima regional e internacional de las salazones de pescado y quizá otros productos locales. Sin extendernos demasiado en estos pasos iniciales de su distribución, entre los inicios del siglo IV y el final del III las T-8211 (muy probablemente de procedencia gadirita en su mayoría) estas ánforas se documentan con asiduidad en castros galaicos (González, Rodríguez y Ayán, 2010), en la generalidad de poblados activos en el Algarbe y su traspaís (Sousa, 2009; Sousa y Arruda, 2011), en el área onubense (Belén y Fernández-Miranda, 1978; Rufete, 2002), en el Bajo Guadalquivir (Rodero, 1991 y 1995; Ferrer, García y Escacena, 2010), la vertiente atlántica tingitana (El Khayari y Kbiri Alaoui, 1998; Aranegui 2001 y 2005; Arharbi y Lenoir, 2004; Kbiri Alaoui y Mlilou, 2007), la costa atlántica gaditana, Cerro del Prado/Carteia (Ulreich et alii, 1991; Blánquez, Bernal y Sáez, 2006), los principales puertos y poblados de la costa mediterránea andaluza (Suárez et alii, 1990; Marzoli, 2000; López Castro et alii, 2011), un incontable mosaico de centros ibéricos del área levantina peninsular (Ribera, 1982) y Ampurias. El importante rol adquirido por estas T-8211 previamente al dominio romano de la región debió pesar en favor de su continuidad como uno de los vehículos comerciales preferentes, sin que se observen (al menos en Gadir) evidencias de una disminución repentina de su producción o consumo en necrópolis o factorías conserveras en relación al 206 a.C.
Los datos manejados actualmente sugieren que una parte importante de los ejemplares exportados corresponde al siglo III pleno/avanzado, coincidente con una recuperación económica de Gadir que se ha venido situando a partir del los últimos compases del siglo IV o el primer tercio del III, momento en que se retomarían a gran escala las actividades mercantiles a larga distancia. Precisamente a este momento corresponde un testimonio, de momento aparentemente puntual, que parece apoyar esta dinámica histórica: una T-8211 de líneas antiguas documentada en un depósito ateniense (H16:7) fechado hacia c. 275 a.C., que parece testimoniar la recuperación de los contactos entre ambos extremos mediterráneos quizá vinculados a la actividad pesquero-salazonera gadirita (Lawall, 2006, 269-270, fig. 1d). La evidencia disponible sugiere que su comercialización por vía marítima, normalmente acompañando a T-11210 y/o T-12111, tuvo cierta importancia incluso bajo sus formas precursoras del siglo V, siendo realmente abundantes los hallazgos en contexto subacuático relacionados con la circulación de T-8211 desde la bahía gaditana entre los siglos IV/II a.C.
Esta relevante difusión exterior de las T-8211 fue ya resaltada por J. Ramon (1995, 225 y 664, fig. 278), presentando un primer mapa de dispersión que concentraba los hallazgos en las costas del área del Estrecho y el Levante peninsular. Una reciente revisión del radio de alcance de la exportación de estas ánforas entre los siglos III/II (Sáez, Díaz y Montero, 2004, 119-122, figs. 1-2) ha confirmado su importancia en el ámbito atlántico tingitano (Kouass, Banasa, Lixus y otros centros mauritanos), lusitano y galaico, del Bajo Guadalquivir, costa onubense, y fachada mediterránea peninsular, destacando la novedosa documentación de su presencia en Ibiza, Ampurias, Villaricos, Morro de Mezquitilla (Marzoli, 2000) y diversos oppida ibéricos del Sureste, costa levantina y noroeste peninsular (Sáez, Díaz y Montero, 2004, 122).
En definitiva, las T-8211 fueron uno de los principales envases que participaron destacadamente en la difusión mediterránea de las conocidas salazones de pescado (y quizá otros productos) procedentes de Gadir. Probablemente, esta forma anfórica fue otro de los grandes puntos de apoyo de la economía comercial gadirita, pues su fabricación masiva en los numerosos alfares insulares de su territorio y su ya amplio mapa de dispersión muestran que el volumen de exportación del tipo llegó a ser considerable, y que evidentemente tuvo que ser un envase importante para el comercio exterior regional entre los siglos IV/III, con un papel durante el siglo II aún por valorar en detalle. Sin duda, la revisión de los materiales de múltiples contextos de las costas peninsulares y de la orilla norteafricana del Estrecho, además de otras zonas como el Languedoc o el archipiélago balear proporcionará en los próximos años una dispersión aún más amplia geográfica y cuantitativa de esta forma.
Aunque de una forma en cierto sentido tácita o indirecta, las T-8211, vinculadas historiográficamente desde hace décadas a la producción de los talleres de Gadir, han sido tradicionalmente relacionadas con el transporte salsario a gran escala de esta urbe atlántica. Como en el caso de las T-9111, la boca ancha de estos recipientes ha motivado el que habitualmente se haya puesto el acento en contenidos del tipo salsamenta más que en derivados piscícolas líquidos o pastosos, si bien algunos autores han incluido estas ánforas dentro de un grupo gaditano de "envases bivalentes" que podrían haber envasado tanto vino como salazones de pescado (García Vargas, 1998, 203). En realidad, no disponemos por el momento de pruebas directas de ninguno de estos contenidos, ni se han practicado muestreos para la realización de análisis químicos de residuos/adherencias, por lo que se impone mantener la puerta abierta a una posible multifuncionalidad de las T-8211 en el cuadro de la producción tardopúnica gadirita (y regional). La epigrafía anfórica disponible para la fase prerromana, restringida por ahora a envases de fábrica gaditana, tampoco resulta una referencia demasiado válida a este respecto, ya que junto a representaciones de atunes (de tipo monetal) también están bien representadas iconografías con tipos de carácter religioso, imágenes monetales foráneas, etc.