La cuestión del periodo de manufactura de las T-8211, quizá debido a la falta de una sólida base de centros productores hasta casi el presente, sigue suscitando aún visiones divergentes, en especial en lo referido a los primeros pasos de este envase. Ya mencionadas en el apartado introductorio, destacan los supuestos de C. Florido (1984) y las apreciaciones de J. Ramon (1995, 226), quien situó el torneado de las T-8211 desde la primera mitad del s. IV hasta fines del III a.C. Como ya apuntamos, se ha insistido en los últimos años en una corriente escéptica en relación la producción temprana de esta forma en los alfares gadiritas e incluso, paralelamente en el posible origen turdetano (o más en general “no gaditano”) de la forma (Carretero, 2004, 427-428). En este sentido, recientemente A. M. Niveau ha realizado una nueva propuesta en base al estudio de los materiales de la necrópolis gaditana, afirmando que estas ánforas difícilmente corresponderían en realidad a una producción del siglo IV (una cronología que habría sido construida artificialmente por la historiografía precedente) sino más bien características de los siglos III/II en la bahía gaditana (Niveau, 2004, 21, nota 63).
A estas tesis escépticas se ha sumado recientemente P. A. Carretero (2004, 2007), quien como adelantamos ha propuesto, ante una supuesta falta de evidencias en la bahía gaditana, un posible origen en la campiña indígena del entorno gaditano para estas formas (al igual que para las T-8112/Tiñosa) estableciendo el momento de aparición del tipo hacia fines del s. V o inicios del IV a.C. Para este autor el final de la producción habría acontecido, siguiendo las tesis de J. Ramon, en la transición de los siglos III/II en relación a una supuesta evolución de estas T-8211 hacia las T-9111 (proceso que se ha leído en función de los avances de resultados de las excavaciones en el taller alfarero gadirita de Pery Junquera).
Los datos aportados por las investigaciones más recientes en los alfares insulares gaditanos dejan ya escaso margen para la duda acerca del comienzo de la manufactura local de estos envases en momentos terminales del siglo V, a partir de formas precursoras que probablemente se inspiraron en las T-1323/T-8111 ebusitanas. El inicio de la producción de individuos de T-8211 plenamente maduros tipológicamente como forma diferenciada de sus predecesoras puede situarse según estos registros alfareros de Gadir en los inicios del s. IV, como ya propusieron en su momento otros autores (Florido, 1984; Ramon, 1995). Este modelo anfórico continuaría torneándose a buen ritmo y en evolución formal durante el siglo III e inicios del II, momento en que alcanzaría su periodo álgido de manufactura y exportación quizá en relación con las necesidades de abastecimiento generadas por la presencia bárcida en suelo peninsular. Las T-8211 continuarían vigentes hasta un momento aún incierto del siglo II, quizá situado hacia alrededor de 100/75 a.C., siendo ya por entonces su fabricación un recuerdo de lo que fue en etapas anteriores.
Debemos, a la luz de los datos disponibles, descartar una sustitución por la T-9111, entendida como una sucesión de series en la que las T-8211 desaparecerían a favor de aquellas, tratándose las T-9111 más de una rama o familia paralela durante buena parte de la etapa tardoclásica/tardopúnica. Su final quizá sea más oportuno relacionarlo con las transformaciones socio-económicas operadas en el último tercio del s. II en la industria alfarera-conservera de Gadir y con la irrupción de las T-7432/3 en los talleres extremo-occidentales y su progresivo encumbramiento como envase principal para la comercialización de las salazones del Estrecho (Sáez, 2008a-b). En cualquier caso, el tope cronológico del final de la producción de esta serie permanece abierto ante la falta de contundencia de las evidencias publicadas y de los centros productores hasta el momento, situándose preventivamente por ahora hacia el cambio de siglo.
Como ya resaltaron hace algunos años algunos autores en referencia al conjunto que conforman las series o familias abanderadas por los tipos T-8211 y T-9111 (Rodero, 1991; Ferrer y García, 1994; Ramon, 1995), ambas líneas representan innovaciones tipológicas desarrolladas en el repertorio de envases de transporte comercial de Gadir, complementarias a la serie tradicional derivada de las ánforas arcaicas (T-11210/T-12110) y a las imitaciones locales de envases griegos/grecoitálicos.
Por tanto, en lo referido a su origen morfológico, debemos señalar que las T-8211 son un tipo de ánfora que no encuentra un precedente tipológico inmediato en las producciones fenicio-púnicas extremo-occidentales anteriores al s. V. A nivel formal y en este contexto regional sólo sería posible establecer lazos con las denominadas Tiñosa/T-8112, un envase asociado a la producción de centros de la campiña gaditana cuya adscripción étnica/económica está aún por dilucidar, aunque de dimensiones más reducidas y, según parece, distinto contenido (Carretero, 2007).
E. García Vargas y E. Ferrer Albelda han defendido la necesidad de buscar un origen centro-mediterráneo para esta forma, que quizá se inspiró en los tipos cilíndricos predominantes en la zona, de gran impacto comercial en toda la zona occidental desde el siglo V (Ferrer y García, 1994; García, 1998). Sin embargo, no parece que estos modelos cilíndricos del Mediterráneo central ejerciesen una influencia directa en el proceso de génesis y evolución inicial de las T-8211, al menos no más allá de la tendencia general mediterránea iniciada en esta fase tardoarcaica hacia la estilización y acilindramiento de los envases de transporte.
Desde nuestra perspectiva actual parece posible asociar tanto el origen de las T-8112 como de los envases precursores de las T-8211 a una influencia derivada de la respuesta a la expansión comercial ibicenca que se atestigua claramente desde fines del s. V y los inicios del IV (Ramon, 1995). La interacción de ambos círculos económicos, el de la región del Estrecho/Gadir y la pujante economía de la colonia pitiusa, podría haber motivado el inicio de la producción de un modelo occidental inspirado en las ánforas ibicencas del momento (T-1323/T-8111). La confluencia formal de estas tres series de envases parece alcanzar su punto álgido en los albores del siglo IV, momento en que el T-8211 se configura ya plenamente con todos sus atributos e índices característicos. Sin duda, no parece casual el que el inicio de la manufactura de las T-8211 documentado en las alfarerías gadiritas sea prácticamente sincrónico al de las ebusitanas, y que el perfil y la morfometría de ambos tipos sea muy similar en lo referente a esquema general y dimensiones, interaccionando desde los comienzos sus áreas de dispersión hacia el levante y costa mediterránea peninsular. En cualquier caso, se trata de una cuestión de enorme interés que se incluye entre la lista de los aspectos a perfilar por la investigación en los próximos años, quedando abierta la puerta a nuevas vías de interpretación.
Abierto también se muestra el debate sobre el origen geográfico de estas ánforas, es decir, la identificación de sus focos de producción. Sin embargo, se trata de uno de los aspectos en que nuestros datos más se han visto precisados y ampliados en los últimos años, pues especialmente en el marco de la bahía gaditana el número de centros manufactureros se ha visto incrementado radicalmente de forma casi inesperada. Si hasta hace pocas fechas el único taller conocido era Torre Alta gracias a la difusión de la primera campaña de excavaciones (Perdigones y Muñoz, 1990; De Frutos y Muñoz, 1994), la nómina de alfarerías se ha multiplicado exponencialmente. Este novedoso panorama ha dejado claro la gran extensión de la manufactura, extendida con seguridad a todos los centros conocidos vigentes entre los siglos IV y II a.C. (e incluyendo la segunda mitad del V si consideramos sus formas precursoras, bien caracterizadas en puntos como Villa Maruja, Camposoto, etc.). Durante el siglo III la manufactura de este tipo se muestra como masiva a nivel local, siendo aparentemente común a la totalidad de alfares insulares. Este incremento de talleres y su documentación en una proporción porcentual similar o superior a las ánforas locales T-12110 parece subrayar su importancia dentro del repertorio exportador gadirita.
Recientemente se ha planteado, a partir del análisis de otros envases fabricados en la campiña litoral gaditano-xericiense (T-8112) y de conjuntos estratigráficos del taller de Pery Junquera, una nueva propuesta cronológica y productiva acerca de las ánforas del tipo T-8211 (Carretero, 2004, 427-433). Este autor plantea un origen de estas ánforas posiblemente localizado en esta área de la campiña indígena gaditana durante el s. IV, señalando la existencia –en base también al análisis macroscópico de las pastas- de otras áreas productoras en el Bajo Guadalquivir, Levante ibérico y la bahía gaditana. Como ya planteamos en los debates generados durante las sesiones del congreso Figlinae Baeticae 2003, en el que fue expuesta esta nueva propuesta (Bernal y Lagóstena, 2004, 733-736), las evidencias son cada vez más contundentes acerca de la masiva producción gadirita de estos envases desde al menos inicios del s. IV (en el mismo sentido, Ramon, 2004), existiendo cierta variabilidad de pastas debida sin duda a la propia diversidad y multiplicación de los alfares gadiritas, zona que a nuestro juicio podría situarse a la luz de los datos actuales como centro originario de la forma y principal baluarte de su manufactura regional.
No obstante, y dado el carácter incipiente de la caracterización formal, cronológica y comercial de la forma, es posible considerar que centros turdetanos del Bajo Guadalquivir o del propio entorno gaditano, así como del área ibérica costera levantina, en especial del entorno de Carthago Nova, pudiesen haber realizado puntualmente imitaciones de esta forma, dada la enorme difusión de estos envases gadiritas en ambas áreas. Se trata de una hipótesis que sólo podemos basar en indicios aún tenues (Chic y García, 2004) que será necesario contrastar con la publicación detallada de los centros alfareros documentados en estas zonas. A estas áreas cabe sumar asimismo la posible existencia de una producción del tipo en talleres ligados a la ciudad de Carteia, supuesto que por ahora sólo podemos sostener en base al examen de visu de un significativo conjunto de materiales procedentes de campañas de excavación recientes (Blánquez, Bernal y Sáez, 2006).
A este listado debemos sumar aún una nueva posible localización de un punto de manufactura de T-8211: la reciente publicación de la revisión efectuada de los materiales recuperados en las antiguas excavaciones de M. Ponsich en Kouass (Asilah, Marruecos) ha permitido proponer a sus autores la posibilidad de una manufactura local de este tipo en base a la presencia de un fragmento de borde deformado interpretado por los investigadores como un -único- posible fallo de cocción (Kbiri Alaoui y Mlilou, 2007, 77, figs. 40-41).
En el estado actual de nuestros conocimientos y en base a estos argumentos y a la práctica inexistencia (al menos por el momento) de evidencias directas como desechos y talleres en los ámbitos geográficos propuestos como nuevos focos de producción parece prudente mantener estas propuestas en cuarentena, apostando por si no una exclusividad gadirita en la manufactura un aplastante protagonismo cuantitativo y en su distribución costera e interior.