Como se ha señalado antes, durante el s. IV d.C. las exportaciones olearias béticas continúan llegando a Roma y al limes germánico. Durante la primera mitad del s. V d.C. el aceite del Valle del Guadalquivir se exportó mayoritariamente a las ciudades hispanas y galas de la fachada noroccidental del Mediterráneo.
Por la forma general del recipiente y la geografía de los lugares de producción en el valle medio del Guadalquivir es de suponer un contenido preferencial para el aceite de oliva. Sin embargo, las escasas inscripciones pintadas conservadas en Roma nos hablan de preparados de aceitunas: “olivas colombares” (CIL XV, 4803a-b) y “olivas sa[li]tas” (CIL XV, 4804).