Forma sistematizada por H. Dressel en CIL XV, 2 con el material anfórico de Roma asociado a inscripciones pintadas bajoimperiales que nada tienen que ver con el sistema epigráfico del material del Testaccio. Por este motivo, Dressel no halló argumentos que justificaran su asociación con la Dressel 20 como una versión afín y evolucionada. No fue hasta el año 1970 cuando M. Beltrán Lloris propusiera que las ánforas Dressel 23 eran las continuadoras del comercio oleario bético para el Bajo Imperio. La sospecha de Beltrán fue confirmada por J. Remesal en la Bética al excavar en 1981 los hornos de El Tejarillo (Alcolea del Río, Sevilla), donde se constató que, hacia mediados del s. III d. C., se estaba gestando una transformación en el sistema de fabricación de los envases olearios respecto al modelo productivo imperante en el Alto Imperio, con la introducción de nuevos tipos anfóricos de módulos más pequeños y alternativos para comercializar el aceite de oliva bético (Remesal, 1983). Pocos después, S. Keay publicó en 1984 la primera sistematización analítica de estos contenedores, clasificando y distinguiendo diferentes variantes de ánforas Dressel 23 en su grupo XIII, a partir del material bajoimperial documentado en territorio catalán. Desde ese momento, con los términos Dressel 23/Keay XIII se identifican de manera genérica todas aquellas producciones olearias béticas bajoimperiales.
Los primeros investigadores que trataron el tema del comercio del aceite bético para el Bajo Imperio defendieron la hipótesis de la sustitución puntual de la Dressel 20 por la Dressel 23 a mediados del s. III d.C., con la introducción de una nueva ánfora de aspecto parecido pero de reducido tamaño, que comenzaba a aparecer coincidiendo con el abandono del Monte Testaccio y la desaparición del limes (Rodríguez Almeida 1984, 165 ss). En 1998, P. Berni propuso una nueva hipótesis, según la cual, la razón de ser de este envase no responde a un fenómeno de cambio súbito y traumático, como pensaba Rodríguez Almeida, sino a una continuación del modelo económico anterior pero con el uso preferencial de las ánforas Dressel 20 parvae, bien conocidas durante el Alto Imperio por tener un módulo de capacidad inferior e intermedio a su homóloga de tamaño más grande (Berni, 1998, 57 ss.). Este dato está corroborado por el cargamento del pecio balear de Cabrera III del año 254 d.C. (Bost et alii, 1992), donde convivieron las formas Dressel 20 grande y Dressel 20 parva, junto a un nuevo envase oleario de aspecto piriforme llamado Tejarillo I que tiene el módulo de capacidad más pequeño y que aparece en la publicación mal tipificado como Dressel 23 (figura 1). Ante esta evidencia parece obvio que la Dressel 23 fuera producto del devenir histórico de la Dressel 20 parva en el árbol evolutivo de las ánforas olearias de la Bética para la etapa de vida más avanzada en el tiempo (Berni, 1998, fig. 3; Berni, 2008, fig. 11).
Figura 1.- Diferencia de tamaños entre los tipos Tejarillo I (enfrente), Dressel 20 parva (en medio) y Dressel 20 (al fondo), hallados en el pecio balear Cabrera III (Berni, 1998, fig. 12) |
La forma Dressel 23 ilustrada en la tabla tipológica de Dressel en CIL XV se corresponde con un contenedor de cuerpo ovalado, con perfil que recuerda a la silueta de un limón (figura 2). Según P. Berni (1998, 57-62), se puede hablar de Dressel 23, cuyo cuerpo recordemos no es globular, a partir de finales del s. III / inicios s. IV d.C., a pesar de no tener todavía una noción lo suficientemente clara y precisa sobre los pasos morfológicos intermedios que llevaron a esta transformación. Cabe tener presente que la investigación más avanzada sobre el campo tipológico de la Dressel 23 se ha llevado a cabo, siempre hasta ahora, con el material de los mercados de consumo, y continúa estancada en estos postulados descriptivos a falta de estudios específicos en Andalucía, donde la sistematización crono-tipológica en los lugares de producción es un tema virgen, todavía sin explotar científicamente, fundamental para resolver y entender de la manera más precisa su clasificación evolutiva. Por este motivo, todavía no estamos en condiciones de comprender si las diversas variantes de Dressel 23/Keay XIII clasificadas por Keay responden a modelos béticos regionales, o a un uso geográfico más extendido; o de qué modo el factor temporal, al que van unidos cambios económicos generacionales, influye en la articulación técnica y funcional de las diversas variantes tipológicas.
Figura 2.- Ánforas Dressel 23 (Berni, 1998, lám. III) |
En base a un modelo descriptivo general y simplificado podemos clasificar a grandes rasgos las diferentes variantes de Dressel 23 en tres grupos, a razón de la técnica de enganche de las asas (figura 3). La forma más extendida recuerda a las últimas producciones de Dressel 20, con asas circulares que nacen bajo el labio del borde y mueren en el hombro del recipiente. A este primer grupo corresponden las variantes Keay XIIIA y XIIIB, cada una de las cuales congrega distintas soluciones morfológicas en la elaboración de la sección del borde. El segundo grupo se reconoce fácilmente porque las asas de perfil circular, o incluso elíptico, arrancan directamente de la boca del ánfora. Se circunscriben a este segundo grupo algunos bordes de Keay XIIIC y Keay XIV. El tercer grupo se diferencia claramente de los dos anteriores por unas asas semicirculares que se agarran por sus dos extremos del hombro del ánfora (Keay XIIIC y Keay XVIII). Por lo general, el pivote, redondeado y en algún caso cónico, sigue la tradición de las producciones del valle del Guadalquivir, que incluyen la bola de arcilla interior (Haltern 70, Dressel 20 y 23). Sin embargo, un cierto número de ánforas no incluyen esta particularidad y se presentan los pivotes huecos.
Figura 3.- Clasificación simplificada de las ánforas Dressel 23 en tres grupos por la técnica de enganche de las asas (Berni y Moros, 2012, fig. 18) |