La datación tradicional asociada se consideraba en los siglos III-IV d.C., fecha avanzada por Almagro (ALMAGRO, 1955) y confirmada posteriormente por varios centros de consumo y pecios tenidos como hitos de referencia: las excavaciones de Ostia (PANELLA, 1972, 100; PANELLA, 1973, 605), los pecios de Planier VII (BENOIT, 1962, 159), de Port-Vendres I (= Anse Gerbal) (CHEVALIER y SANTAMARIA, 1971), de Capo Ognina (KAPITÄN, 1974), de Randello (PARKER, 1989) o del bien conocido Cabrera III (BOST et alii, 1992). Su pervivencia en el siglo V d.C. no se encuentra consolidada, siendo normalmente considerada residual (MAYET, 2001, 279). Uno de los pocos ejemplos de la misma seria el pecio de Port-Vendres I (= Anse Gerbal), si se acepta la cronología revisada de inicios del V d.C. (cf. KEAY, 1984, 172).
La evidencia posterior fornecida por los contextos productivos de la Lusitania, concretamente Porto dos Cacos (RAPOSO, 1990; RAPOSO y DUARTE, 1996; FABIÃO, 2004; 2008; FILIPE y RAPOSO, 2009), Quinta do Rouxinol (DUARTE, 1990; DUARTE y RAPOSO, 1996; FABIÃO, 2004; 2008) y Pinheiro (MAYET y SILVA, 1998) permite confirmar el inicio de la producción por lo menos en la primera mitad del siglo III d.C., y a la par reabrir la del final de la producción, y considerar la misma hasta por lo menos el primer cuarto del V d.C.
La producción del tipo Almagro 50 se encuentra actualmente bien delimitada en la Lusitania, pudiéndose individualizar dos grandes focos bien diferenciados geográficamente: el de la Lusitania occidental (alfarerías en las cuencas del Tajo y del Sado) y el de la Lusitania meridional (orla costera correspondiente al actual Algarve), sobretodo en su mitad occidental, sin que se pueda excluir su producción en otras regiones da la fachada atlántica lusitana. Ambas regiones producen la forma en momentos prácticamente coetáneos, con un volumen e importancia locales bastante semejantes, pero con detalles morfo-técnicos muy particulares y propios de cada una de ellas.
Aunque los primeros datos que refieren su producción sean procedentes de alfares de la cuenca del Sado, fue en la cuenca del Tajo donde su producción fue primeramente sistematizada, tipificada y consolidada, gracias a las intervenciones en las alfarerías de Porto dos Cacos y principalmente en Quinta do Rouxinol. En Porto dos Cacos está presente en porcentajes muy bajos desde el inicio de la segunda fase productiva, fechada en el final del siglo II/primer tercio del siglo III d.C. (RAPOSO, 1990; RAPOSO y DUARTE, 1996; FABIÃO, 2004; 2008), sin alcanzar valores tan significativos cuanto los restantes tipos.
Idéntico registro cronológico se puede encontrar en la alfarería de Quinta do Rouxinol. La revisión reciente de la lectura estratigráfica, que tuvo por base el estudio detallado de los materiales datantes, coloca la producción de este alfar entre el final del siglo II y el primer cuarto del V d.C. (SANTOS, 2011; QUARESMA, en prensa), con dos grandes fases conocidas. La forma Almagro 50, así como la Keay XVI, se encuentra documentada en ambas fases, y su manufactura conoce un aumento en la fase más tardía, comprendida entre mediados del siglo IV y el primer cuarto del V d.C., con un incremento del 25% al 36% del total del NMI contabilizados, correspondiendo siempre al segundo tipo mejor representado, donde predomina la forma Almagro 51c (RAPOSO, en prensa).
Respecto a la cuenca del Sado, la producción del tipo Almagro 50 existe desde el siglo III d.C. en buena parte de los alfares conocidos. Tal es el caso de Quinta da Alegria (COELHO-SOARES y SILVA, 1979, Est. IV, nº 30), Enchurrasqueira/Xarrouqueira e Vale da Cepa (DIOGO, 1983), de que apenas se poseen datos y materiales recuperados en superficie, y de Pinheiro (MAYET y SILVA, 1998) y Abul (MAYET y SILVA, 2002). Estos dos últimos presentan datos más sólidos como resultado de los trabajos extensos e intensivos ahí realizados.
En Pinheiro, un poco antes de mediados del siglo III d.C., cuando en el complejo alfarero se asiste a un reflorecimiento de la producción, arranca la manufactura de las Almagro 50 (MAYET y SILVA, 1998, 148), prolongándose la misma seguramente hasta mediados del IV d.C. siempre de forma minoritaria (IDEM, 194, figs. 95-96), no siendo segura la continuidad de su producción en la primera mitad del V d.C. (IDEM, 285). Semejante cuadro productor es el constatado en Abul, concretamente Abul D (= Abul II), con probable inicio de la producción en el segundo cuarto del siglo III d.C., momento de reestructuración de ese complejo industrial - según se puede deducir del contexto de vertedero XVII 2/7 (1A-2A)(MAYET y SILVA, 2002, 168-169, 197-198, figs. 102-103).