Las ánforas del tipo Venta del Carmen I o VC I fueron identificadas por primera vez en el alfar romano altoimperial que le dio nombre a la forma, excavado en la bahía de Algeciras durante los años 1996 y 1997, gracias al hallazgo de un ejemplar completo (Bernal, 1998, 174, fig. 123, nº 177; fig. 128). A partir de entonces ha sido incluida en las sistematizaciones que se han realizado sobre las ánforas salazoneras béticas, tanto en el Congreso Internacional Ex Baetica amphorae (García Vargas, 2001, 81) como en trabajos de síntesis a nivel hispano (Lagóstena, 2001, 133, fig. 20), incluyendo las reflexiones tipológicas de los últimos años (García Vargas y Bernal, 2008, fig. 3, nº 10), sin que desde entonces haya habido novedades significativas.
Figura 1.- Ánfora del tipo Venta del Carmen I (Bernal, 1998, 178, fig. 128) |
Constituye un ánfora difícil de identificar tipológicamente si no se cuenta con ejemplares de cierto tamaño, ya que comparte multitud de semejanzas formales especialmente con las Beltrán II A, que también fueron fabricadas en la figlina epónima. Se han identificado tres variantes de la forma (A, B y C), definidas en función de variantes del borde, que en los dos últimos casos son de tendencia más exvasada y morfología triangular apuntada (Bernal, 1998, 174), sin que se haya podido demostrar la existencia de decalage cronológico o sincronía entre ellas (figura 2). No obstante la variante más frecuente es la A, con una característica pared convexa al exterior y cóncava internamente (figura 2 A).
Figura 2.- Bordes de los tipos A, B y C del ánfora del tipo Venta del Carmen I (Bernal, 1998, 174, fig. 123, nº 177, 178 y 179 respectivamente) |
Las bocas son de tendencia muy acampanada, presentando todas ellas en la parte baja del borde y en la superior del cuello una gruesa moldura (de entre 0,6 y 1,2 cms. de altura), a partir de la cual arrancan las asas, que recuerda a las formas ovoides de época republicana (como la Ovoide 1 o 5, antiguas LC 67). El cuello es muy elevado, de unos 20 cms. de altura, y bien diferenciado de la boca por la citada moldura, con los hombros poco marcados o sensiblemente definidos por una tenue carenación. Las asas, similares a las de otras series salsarias altoimperiales, son de notables dimensiones, de unos 25 cms. de longitud total y de trayectoria vertical y sección ovalada –en estado fragmentario su atribución tipológica normal sería a la familia de las Beltrán II A-. La panza es piriforme, con una tendencia globular en su parte inferior, rematada en un pivote cónico invertido y hueco y, aunque no se ha conservado ningún ejemplar en conexión anatómica, posiblemente debieron ser rematados en un pequeño apéndice abotonado más que en un fondo plano, si nos atenemos a las evidencias aparecidas en el taller alfarero (Bernal, 1998, 155, fig. 16).
Son muy similares tipológicamente como decimos a las Beltrán II A y a las Dressel 11, con las cuales se confunde, de ahí que un problema que presente esta forma es la dificultad de su identificación en los yacimientos de consumo, lo que justifica en buena medida la parquedad de evidencias hasta la fecha.