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Dario Bernal Casasola, Enrique García Vargas, «Puerto Real 3 (Baetica coast)», Amphorae ex Hispania. Landscapes of production and consumption (http://amphorae.icac.cat/amphora/puerto-real-3-baetica-coast), 20 July, 2016

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Recientemente ha sido definido este tipo de nueva ánfora salsaria bética en un trabajo monográfico, el cual ha servido como base para la elaboración de esta ficha (Bernal y García Vargas, 2012).

El taller de Puente Melchor –también conocido con los topónimos de Villanueva - Paso a Nivel (Beltrán Lloris, 1977, 111; cf. Jiménez Cisneros, 1971, 149) o Las Torrecillas-, localizado en el fondo de saco de la bahía gaditana, constituye el alfar más importante de la zona occidental del conventus Gaditanus, si atendemos a su extensión, a la entidad de sus estructuras y a su dilatada cronología productiva, que se ha establecido entre el s. I y el IV/V d.C. (García Vargas, 1998, 180-185; Lagóstena y Bernal, 2004, 71-72). A pesar de la cantidad de información que esta figlina ha deparado, no se ha realizado aún un estudio exhaustivo de la misma desde la época de M.J. Jiménez Cisneros (1971) a las diversas actividades arqueológicas preventivas –que superan la decena- dirigidas, mayoritariamente, por M.L. Lavado (2004).

Figura 1.- Ánfora del tipo Puerto Real 3 (Bernal y García, 2012, fig. 1B, sobre originales de García Vargas, 1998, 325, fig. 58, nº 2)

La nueva forma a cuyas páginas dedicamos esta ficha (figuras 1 y 2) ha sido documentada ampliamente en este taller (García Vargas y Lavado 1995, 218 y fig. 5), y se fecha en momentos muy avanzados del s. II y en las décadas iniciales del siglo III. Teniendo en cuenta ambos factores –manufactura en dicho alfar puertorrealeño y cronología medioimperial-, nos ha parecido pertinente continuar con la nomenclatura en su momento propuesta por uno de nosotros para definir las series salazoneras identificadas en este taller, bautizadas como Puerto Real I y II en función del área productora epónima (García Vargas y Lavado, 1996; García Vargas, 1998, 110-113), pues no se descarta su manufactura en otros talleres cercanos además de Puente Melchor. Asimismo, y debido a las similitudes cronológicas entre todas ellas, la numeración correlativa de las formas no induce a error. A pesar de que la definición de estas formas cuenta con menos de quince años de solera –desde 1998, época de su “bautismo”-, la misma se ha impuesto en la bibliografía de referencia (Bernal, 2001, 279-281), constituyendo éste otro elemento más que nos ha impulsado a mantenerla y a ampliarla.

Figura 2.-  Ánfora del tipo Puerto Real 3 procedente de Arlés (nº inventario RH.09.Z3.S3.479. Dibujo y fotografía de G. Duperron)

Hasta la fecha esta forma está identificada con seguridad a nivel de centro productor en Puente Melchor, siendo los materiales de dicha figlina los que utilizamos para la definición de esta forma, en concreto siete piezas (figura 3).

Figura 3.- Ánforas del tipo Puerto Real 3 (García Vargas, 1998. 1.- fig. 58, 2; 2.- fig. 58, 1; 3.- fig. 57, 4; 4.- fig. 55, 1; 5.- fig. 55, 2)

Ninguno de los ejemplares documentados está completo. Los hallazgos presentan, sin embargo, el suficiente desarrollo como para que su tratamiento conjunto nos permita proponer una correcta restitución de la forma íntegra. Somos conscientes de que estamos ante contenedores que, a nivel de detalle, presentan una cierta heterogeneidad formal, especialmente en lo que se refiere a la anchura del cuerpo, al carácter más o menos sinuoso del perfil de éste o a la forma de los bordes que se presentan con ligeras variantes morfológicas. Aun así, las características comunes entre las diferentes piezas documentadas (infra) nos parece que pesan más que sus diferencias a la hora de considerarlas, siquiera provisionalmente, como pertenecientes a un mismo tipo anfórico. Éste vendría caracterizado por los  rasgos formales que se describen a continuación.

El envase tiene una altura total reducida, situada entre los 70 - 80 cms. Presenta una boca muy característica, de amplias dimensiones (unos 20 cms. de diámetro), desproporcionada respecto al tamaño general del envase, ya que prácticamente iguala en dimensiones a su máximo diámetro exterior (figura 3, 1-3). Los bordes se presentan muy desarrollados (5-6 cms. de altura total), siendo especialmente característico el acusado quiebro de su pared, el cual genera una amplia molduración exterior y un labio exvasado de extremo redondeado, engrosado distalmente. Debe destacarse el carácter macizo y poco sutil de las bocas, que parecen torneadas por una mano poco diestra, que quiso quizás dotar al envase de un inusual receptáculo para retener el opérculo, recurriendo a una acusada sinuosidad de la pared. El cuerpo del envase es totalmente fusiforme, con diámetros máximos entre 20-25 cms., que dotan a la pieza de un carácter esbelto, soliendo tener una altura total que aproximadamente triplica su anchura.

Esta característica forma general del cuerpo, que las Puerto Real 3 comparten netamente con las Dr. 12, es la que ha llevado a considerar que las mismas podían constituir el estadio evolutivo de esta forma en el s. II (García Vargas, 1998, 93-94), algo que no ha sido aceptado por otros autores (Étienne y Mayet, 2002, 120, nota 64). En tanto no se corrobore la continuidad formal entre ambos tipos, hemos preferido en esta ocasión, individualizar morfológicamente el grupo de piezas que presentamos en este trabajo bajo la denominación Puerto Real 3, lo que equivale a separarlas de momento, tanto conceptualmente como desde el punto de vista morfológico, del tipo Dressel 12. 

El pivote de estas ánforas constituye la natural continuidad de la parte inferior del envase, siendo de forma troncocónica invertida y rematado en un pequeño fondo plano o tenuemente convexo (figura 2 y 3). Por su parte, las asas son de tendencia vertical, pero algo arqueadas hacia el exterior, naciendo de la parte inferior del cuello y muriendo en los hombros del envase, con una característica sección ovalada. También en esta ocasión su elevado tamaño (20-24 cms.) permite considerarlas desproporcionadas para un ánfora de dimensiones tan reducidas.

A nivel fragmentario los cuerpos no son diferenciables de las Dr. 12, y las asas y fragmentos de pared pasan por las propias de las ánforas salsarias altoimperiales evolucionadas, no siendo posible diferenciarlas de otras formas (Beltrán II A o B o Puerto Real 1 y 2, dependiendo del formato del ejemplar), por lo que el único elemento claramente diagnosticable es el borde, y unas proporciones algo más reducidas para la totalidad del envase.

Las paredes son asimismo muy gruesas (entre 2 - 2,5 cms.), detalle éste que dota al envase de notable peso y poca gracilidad, aspecto éste poco comprensible, sobre el cual habrá que reflexionar en el futuro. Ello unido al carácter desproporcionado de algunas de sus partes han llevado tradicionalmente a considerarlas como “caprichos” de alfarero o lotes no bien torneados que no habrían salido de las escombreras del taller, algo que como veremos más adelante no se corresponde con la realidad.