Las Pellicer D se constatan de forma masiva desde fines del siglo II y, sobre todo, principios del I a. C., en todo el valle del Guadalquivir (García Vargas, 2009: García Vargas, Almeida y González Cesteros, 2011), en la costa sudatlántica (Sousa y Arruda, 2010) y noratlánticas (González Ruibal et alii, 2007) y en la costa septentrional de Marruecos (Lixus: Kbiri Alaoui, 2007, 160).
No existen tituli picti con indicación de productos para estas ánforas ni se han hallado asociadas a restos de paleocontenido. Sin embargo, una analítica de restos orgánicos realizada a las paredes de una Pellicer D procedente de Alcalá del Río (la antigua Ilipa Magna) permitió identificar su contenido como una grasa vegetal, probablemente aceite de oliva (García Fernández y García Vargas, 2010), aunque no es seguro que este resultado pueda hacerse extensivo a todos los ejemplares de la forma.
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