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Antonio M. Sáez Romero, Enrique García Vargas, «Greco-Italic (Baetica Ulterior coast)», Amphorae ex Hispania. Landscapes of production and consumption (http://amphorae.icac.cat/amphora/greco-italic-baetica-ulterior-coast), 20 July, 2016

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La denominación de ánforas grecoitálicas (Lamboglia, 1955, Benoit, 1957, Lyding-Will, 1982) se aplica a las series de ánforas vinarias producidas en Magna Grecia (sur de Italia) a partir del siglo III a.C. Se denominan así por tratarse de contenedores itálicos de clara raíz artesanal griega, ya que derivan de referentes formales propiamente griegos de la Italia meridional y de Sicilia (cfr. Vandermersch, 1994) producidos en Italia durante los siglos V y IV a.C., aunque también va implícita en la denominación la idea de que se trata de tipologías anfóricas de “transición” entre las series griegas y las propiamente romanas del Mediterráneo Central (Py, 1993).

Aunque el ánfora Grecoitálica es una creación centromediterránea, lo cierto es que en los últimos años se han señalado imitaciones de estas morfologías en diversos puntos del Mediterráneo: desde Ibiza (Ramón,  1995, tipo PE 24) a Cádiz (Perdigones y Muñoz, 1990; De Frutos y Muñoz, 1994; García Vargas 1996, 1998; Bustamante y Martín, 2004; Sáez Romero, 2008), pasando por Marsella (Py, 1978) y el litoral de Cataluña (López Mullor y Martín Menéndez, 2006), siendo tal vez posible encuadrar también en el área litoral franco-española un ejemplar de Enserune con un sello en alfabeto ibérico (Vidal y Magnol, 1983).  

Las Grecoitálicas “originales” son ánforas de borde triangular, cuello cilíndrico y asas rectas más o menos altas, amplios hombros que suelen marcar una acusada carena en la transición a un cuerpo de aspecto ovoidal marcadamente estrechado en su mitad inferior y rematado en un pequeño pivote, por lo general macizo. E. L. Will estableció cinco subtipos que hoy se concretan en cuatro etapas evolutivas (Py, 1993), denominadas respectivamente Will A (350 -250 a.C.), Will B (250-175 a.C.), Will C/D (200 -150 a.C.) y Will E (175 -100 a.C.) y caracterizadas  por un progresivo aumento del tamaño del cuerpo de los contenedores y una creciente estilización del mismo, así como por un aumento en la longitud del cuello, de las asas y del borde, que pasa desde perfiles triangulares compactos y de proyección horizontal a otros más estilizados y con labios inclinados y caídos.

Por lo que hace a la bahía de Cádiz, la identificación inicial de la existencia de estas imitaciones que denominamos grecoitálicas de la costa bética se debe a los trabajos que sacaron a la luz los primeros restos del alfar gaditano de Torre Alta en los años 1987-1988 (figura 1), publicados con celeridad de forma preliminar (Perdigones y Muñoz, 1990) y con un mayor detalle en lo referido a las producciones cerámicas y estampillas anfóricas poco después (De Frutos y Muñoz, 1994). De un plumazo, este modesto centro productor situado en la zona central del territorio insular meridional de Gadir/Gades aportaba así los primeros ejemplares de grecoitálicas con pastas locales y certificaba su fabricación in situ, anclando un primer cimiento para su investigación a nivel regional.

Figura 1 - Esquema de las imitaciones de grecoitálicas identificadas tras los primeros trabajos en el alfar de Torre Alta y su epigrafía asociada (según De Frutos y Muñoz, 1994) y fragmentos de dichas imitaciones (a partir de Muñoz y De Frutos, 2006)

En los años sucesivos diversos trabajos debidos a E. García Vargas (1996 y 1998) vendrían a matizar las informaciones publicadas hasta entonces sobre los contextos y materiales de Torre Alta, terminando de encuadrar estas imitaciones y su epigrafía en el marco general de la romanización temprana de la ciudad de Gades, haciendo uso de estas ánforas como uno de los índices o indicadores más significativos de este proceso de asimilación económico-cultural. Quedó así fijada una tipología asociada a estos envases (Will D), y la imagen de que su manufactura debió representar siempre cantidades verdaderamente exiguas en el total del taller, delimitándose su fabricación a la primera mitad o inicios del siglo II a.C. y quedando desconectada inicialmente de la producción de versiones locales de Dr. 1 también incipientemente identificada en esos momentos (Lagóstena, 1994 y 1996; García Vargas, 1996 y 1998). A pesar de que durante los años noventa la excavación de otro puñado de alfarerías en este mismo entorno de la antipolis confirmaría las primeras sospechas sobre su manufactura in loco (figura 2a), el debate quedaría finalmente incompleto debido a la falta de secuencias productivas que pudieran cubrir adecuadamente el tramo cronológico de su evolución íntegramente (una primera tentativa a partir de los datos de Pery Junquera, en Bustamante y Martín, 2004), quedando además la discusión constreñida a un marco regional que ha condicionado la invisibilidad de estos envases en los registros de consumo foráneos hasta fechas muy recientes.

Figura 2a - Imitaciones gaditanas de grecoitálicas antiguas documentadas en diversos contextos del alfar de Torre Alta: ejemplar miniaturizado del relleno del horno 4 (1), fragmentos del testar MC-II (2-4) e individuo casi completo documentado en los primeros vertidos de la escombrera del Sector I de 1995 (5)

En los últimos años, como derivación lógica de este crecimiento exponencial de las evidencias materiales y los centros productores, se ha cerrado el círculo de su consolidación historiográfica regional, dándose a conocer algunas novedades epigráficas y estableciéndose un paralelismo productivo evidente con las series de imitación de otras grandes urbes marítimas mediterráneas como Ibiza (Ramon, 2004). Además, la publicación de estos contextos materiales de producción ha permitido vencer la barrera cronológica impuesta por los primeros hallazgos de Torre Alta, permitiendo ampliar el rastreo de estas imitaciones hasta sus orígenes remotos, fijando unas líneas generales de evolución que delinean una progresiva evolución local hacia Dr. 1 y aportando nuevos enfoques hacia cuestiones de contenido y distribución (Sáez y Díaz, 2007; Sáez, 2008a-b; Ramon, 2008) (figura 2b).

Figura 2b - Grecoitálicas muy evolucionadas o "finales" atribuidas a la producción gaditana procedentes de un horizonte de ocupación del último cuarto o tercio del siglo II a.C. del barrio meridional baelonense (a partir de Bernal, Arévalo y Sáez, 2007)

El estado de la cuestión actual es, necesariamente, muy distinto al perceptible hace tan sólo dos décadas, y permite entrever un papel de estos envases más significativo que el asignado inicialmente (ya que su manufactura, aunque siempre en bajos porcentajes, está constatada en gran número de talleres). A pesar de una crónica falta de ejemplares completos, pecios y otros apoyos tipológico-contextuales de interés para definir con la deseada precisión el proceso de génesis, consolidación y evolución de estos envases, al menos en el ámbito gaditano contamos ya con mimbres suficientes para esbozar un primer esquema integral, quedando en suspenso por el momento un examen de similar profundidad de otros posibles focos productivos implicados.