La datación tradicional asociada a esta forma se iniciaba en época de Tiberio - Claudio (Peacock y Williams, 1986, 125, recogiendo las propuestas precedentes de Beltrán y Panella). Una revisión posterior de los contextos de la Bahía de Cádiz (García Vargas, 1998, 110) indujo a retrasar el origen de la forma a época claudia o quizás flavia, momentos a los cuales debe ajustarse el arranque de la variante A, que se mantuvo posiblemente hasta finales del s. I d.C. (50 - 100 aprox.). La variante B convivió inicialmente con la primera, manteniéndose con seguridad hasta mediados del s. II, como tradicionalmente se había venido proponiendo gracias a su hallazgo en diversos contextos terrestres y pecios, siendo ésta la fecha a modificar. El hallazgo de algunos ejemplares en un depósito de la segunda mitad del s. II en Écija (Rodríguez Temino, 1990), su presencia en estratos de finales del s. II en Baelo Claudia (Bernal et alii, 2007, 421, fig. 23, 3-4 y fig. 34, 3-4) y su constatación en los niveles iniciales del s. III d.C. de la figlina de Los Matagallares en Granada (Bernal, 2001, 278) permiten actualmente plantear un amplio intervalo de vida para la variante B de un siglo y medio (75 – 225), en el interior del cual resulta complejo precisar si no es a través de ejemplares íntegros u otras referencias contextuales. Recordar que desde época tardo-antoniniana conviven con las formas denominadas Puerto Real 1 y 2, entre otras.
La zona de manufactura de las Beltrán II B está muy bien precisada, abarcando la totalidad del tramo litoral bético. Entre Onuba al oeste, donde está atestiguada su producción en los talleres de Pinguele, Jimenos y Punta Umbría, y quizás el Cerro del Trigo y La Orden (Campos, Pérez y Vidal, 2004). Su principal área de producción se sitúa en la Bahía de Cádiz y en las campiñas adyacentes (García Vargas, 1998, 110), zona en la cual se conoce su producción en una veintena de figlinae (El Olivar, Estella del Marqués, Martelilla, Rabatún, Rancho Perea, El Tesorillo, El Torno, Gallineras, Casa de la Vicuña, La Florida, San Ignacio, El Almendral, La Cabaña 2, La Cachucha, Casa de la Tinaja, Cerería, Fábrica Lavalle, Malas Noches, Olivar de los Valencianos, Puente Melchor y Fadricas), estando en la Bahía de Algeciras constatada su fabricación únicamente en La Venta del Carmen y en Villa Victoria (Lagóstena y Bernal, 2004, 107). En la costa malagueña se conoce su manufactura en la Huerta del Rincón de Torremolinos, en la c/ Carretería y Puente de Carranque, ambos en Málaga, y en Torrox-costa (Serrano, 2004), aunque los recientes trabajos en curso a cargo de la Universidad de Málaga posiblemente aportarán novedades en los próximos años. Por último, en el tramo oriental de la costa andaluza se conoce su manufactura al menos en los talleres granadinos de Molvízar y Los Matagallares (Bernal y Navas, 1998). El epicentro de la producción es la Bahía de Cádiz, si bien se trata de una forma de amplia manufactura a todo lo largo de la costa andaluza, lo que provoca la complejidad tipológica y la diversidad de pastas de este tipo.