La cuestión de la cronología de las Ovoide 4 está ligada a la de sus conexiones morfológicas con el tipo Haltern 70 “verdaderas”, si es que podemos hablar en estos términos. Aunque sigue sin estar definitivamente resuelta la cuestión acerca de si representan dos formas sucesivas, derivadas la una de la otra (Ovoide 4 - Haltern 70) o si, por el contrario, son dos tipos que surgen al mismo tiempo conviviendo hasta la desaparición de la Ovoide 4 (Almeida 2008, 103-104), lo cierto es que los datos a nuestra disposición parecen sugerir que la respuesta correcta es la primera.
La causa principal de duda al respecto de una filiación de las Haltern 70 con respecto a las Ovoide 4 ha sido la insistencia en la presencia de una boca presuntamente clasificable como Haltern 70 en el cargamento del pecio de la Madrague de Giens (Tchernia, 1990, 296), fechado en el decenio 70-60 a. C., es decir, la misma época de la aparición de las Ovoide 4 en el mercado, con lo que era difícil admitir una derivación formal entre ambas. Sin embargo, esta pieza de la Madrague de Giens no ha sido jamás publicada de forma gráfica y no se conoce hasta la fecha ningún otro contexto de segundo tercio del siglo I a.C., con algún ejemplar que podamos considerar como típica Haltern 70. Por lo demás, es imposible comprobar la adscripción tipológica de la pieza, porque, al parecer, fue robada de los almacenes del DRASM junto a buena parte del material anfórico del pecio poco después del hallazgo y excavación del mismo.
Los ejemplares más antiguos de Haltern 70 con los que a ciencia cierta se cuenta provienen de contextos de producción datados a partir de mediados del siglo I a.C., como el alfar de la calle Javier de Burgos en el Puerto de Santa María (Cádiz: García Vargas, 1998; García Vargas, 2001, 141, nº 6), donde fueron aparentemente fabricadas junto a ánforas púnicas de salazón del tipo 7.4.3.3 (Mañá C2b, antiguamente Dressel 18), ánforas ovoides gaditanas e imitaciones locales del tipo Dressel 1C.
Por lo dicho, resulta difícil aceptar la existencia de la producción de Haltern 70 “típicas” en el segundo cuarto del siglo I a.C. (Almeida, 2008, 100-104), y, consecuentemente, habría que considerar la posibilidad de que haya un error en la clasificación del ejemplar recuperado en la Madrague de Giens, siendo posible que el ánfora documentada en ese naufragio se corresponda en realidad, dada la proximidad formal entre ambas, con una Ovoide 4 o, eventualmente, con algún otro tipo ovoide republicano de similares características.
En torno a las fechas propuestas para la “Haltern 70” del pecio de La Madrague de Giens y en las dos décadas posteriores únicamente se documentan ánforas de morfología ovoide, en este caso del tipo Ovoide 4, como los ejemplares del Grand-Conglué 3 (Liou, 2001), Titan (Benoit, 1956), Portopí (Cerdá I Juan, 2000), Cap Gros “C” (Gauthier y Joncheray, 1993), Cala Bona I o Illes Formigues I (Martín Menéndez, 2008). De éste último procede el ejemplar del Museo Marítimo de Barcelona publicado por Peacock y Williams en 1986 (Martín Menéndez, 2008) bajo la denominación de Haltern 70 unusually small variant. También se documentan Ovoides 4 en contextos terrestres a grandes rasgos contemporáneos, como el horizonte 1 del denominado santuario de Cybèle (Lemaître, Desbat y Maza 1998), el cardo D de Ampurias (Aquilué et alii 2004, 113 y fig.68.6), el campamento de Lomba do Canho (Fabião, 1989), Scallabis –Santarém- (Almeida, 2008, 100-104), Mesas do Castelinho (Parreira, 2009), Castro Marim (Viegas, 2011), Cueva de las Peñas Blancas (Lillo Carpio, 1986, 125) o Corts Valencianes, Valencia (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba, 2001), aunque no en todas partes las cronologías se han establecido con precisión.
En cuanto a su fecha de su desaparición, la década de los treinta del siglo I a. C., ésta coincide y se solapa parcialmente con la del inicio de la Haltern 70. Dadas las evidentes conexiones morfológicas, es lícito suponer, por lo mismo, que una forma (Haltern 70) deriva de la otra (Ovoide 4). Sin embargo, como suele ocurrir en los fenómenos de sustitución de unos tipos por otros, el inicio de la producción de un tipo no supone la desaparición inmediata de otro, constatándose la continuidad de producciones que, a falta de mejor término, se pueden definir como “arcaizantes” de Ovoide 4 que conviven con los tipos dominantes del nuevo periodo (Augusteo). Así mismo, entendemos como bastante probable que en el lapsus de tiempo correspondiente a lo que puede ser la etapa terminal de la Ovoide 4, e incluso de otros tipos ovoides, comprendido de una forma genérica entre 30-20 a.C., habría seguramente coincidido con las primeras formas/tipos de Haltern 70, muchas de ellas con trazos morfológicos aún poco claros, fruto de una fase inicial de experimentación/definición seguida inmediatamente del inicio de su consolidación. Esto dificulta sobremanera una correcta apreciación de las morfologías de transición de un tipo a otro.
En resumen, el origen del tipo Ovoide 4 se produce en el segundo cuarto del siglo I a. C., siendo claramente predominantes en la década central de esta centuria y constatándose aún en contextos de los años 30-10 a. C., como Corts Valencianes, en Valencia, con ciertas conexiones con las Haltern 70 iniciales (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba, 2001, 576; Ribera i Lacomba, 2010), o de los años 20-1 a. C., como el alfar de la calle González Parejo nº 19B de Carmona, donde, no obstante, pueden ser residuales (García Vargas, 2012).
Debió fabricarse, a la vista de las pastas cerámicas características de la forma, en talleres ubicados sobre todo en el valle bajo del Guadalquivir entre Ilipa (Alcalá del Río), Carmo (Carmona) e Hispalis (Sevilla). El único alfar con evidencias de producción del tipo es el de Carmona (figlina de la actual calle Gónzález Parejo nº 9), donde comparece, no obstante como material residual en una unidad de cronología tardoaugustea o tiberiana.