Se trata de un contenedor cuya morfología general resulta muy próxima a la del tipo Haltern 70 del cual parece ser el antecedente inmediato en el tiempo (figura 1). Posee boca en forma de collarín marcado, bien diferenciado y destacado claramente del cuello. El borde es de sección triangular o rectangular recto al exterior y muy ligeramente exvasado, con una altura comprendida entre los 3 y los 4cm. El borde puede llevar un ligero engrosamiento superior, así como presentar su pared interna ligeramente cóncava. El cuello es bitroncocónico y corto, con una longitud media de 10cm, y de él arrancan unas asas igualmente cortas pero con una apertura considerable, describiendo un radio abierto y un perfil cercano al semicírculo, como sucede en otros tipos ovoides. Las asas llevan en el dorso una marcada acanaladura central que las recorre longitudinalmente, terminando en una profunda digitación realizada en la base con la pasta bastante fresca. El cuerpo es de forma aproximadamente cilíndrica, semejante al de la Haltern 70, pero con el diámetro máximo generalmente en su mitad superior, pero sin ser demasiado abultado en esta zona con relación al resto, como es habitual en las formas de perfil ovoide.
Figura 1.- Ilustración de una Ovoide 4 completa |
Muchos de estos rasgos tecno-morfológicos, sobre los cuales ya se ha llamado la atención en varias y repetidas ocasiones (Fabião, 1989; Fabião, 2001; García Vargas, 2001; Almeida, 2008) resultan comunes a prácticamente todos los tipos del valle del Guadalquivir en la Republica tardía, de modo que, ante la ausencia de varios de los rasgos diagnósticos resulta “virtualmente imposible distinguir(las) cuando no poseemos más que fragmentos de labio (…)” (Fabião, 1989, 63). De cualquier forma, es posible matizar esta afirmación en el sentido de que los bordes pertenecientes a este tipo no sobrepasaban los 4 cm de altura, como quedó en evidencia tras el estudio de los ejemplares de Santarem (Almeida, 2008). No obstante, una atribución basada exclusivamente en el criterio de la altura del labio, aunque sea orientativa, no es taxativa, pues, como se puede constatar, existe una verificada heterogeneidad morfológica a este nivel, que remonta ya a los ejemplares más antiguos (Almeida, 2008, 102).