La investigación reciente en la zona cercana a Segobriga (Saelices, Cuenca), derivada de varias intervenciones de arqueología preventiva, permitió documentar de forma inequívoca una importante actividad alfarera centrada en torno al cambio de era y la primera mitad del siglo II d.C., en varios yacimientos del ager de la ciudad, concretamente en Los Vallejos, Casas de Luján II y Rasero de Luján. Estos descubrimientos permitieron aportar nuevos datos al conocimiento de la producción cerámica de época romana en el interior de la provincia Tarraconense, sobre todo de las producciones de cerámicas constructivas y de algunos tipos de cerámicas de almacenaje, pero también de ánforas.
A pesar de no haberse identificado ninguna estructura de tipo horno, la descubierta en el yacimiento alfarero de Rasero de Luján de piezas con características morfológicas atribuibles a la familia de las “ánforas de fondo plano” (figura 1), producidas con pastas idénticas a las de todas las demás clases cerámicas producidas localmente, conllevó a su individualización, caracterización y atribución autóctona (Almeida et alii, 2013; Almeida y Morín, 2012).
Figura 1.- Ánfora tipo Segobriga / Oberaden 74 similis (según Almeida y Morín, 2012) |
El descubrimiento en prácticamente todas las provincias occidentales del Imperio romano de pequeñas ánforas con fondo plano y su consecuente generalizada difusión, aunque en menor número que las típicas ánforas destinadas al comercio de amplio alcance, demuestra la creación intencionada de un contenedor de transporte con características sui generis, que muy probablemente se destinaba a circuitos de difusión y mercados concretos. Así mismo, ya desde momentos finales del siglo I a.C., pero con un máximo de expansión a lo largo del siglo I d.C., las distintas provincias hispánicas se dedicaron a producir y exportar de forma minoritaria este tipo de contenedores: en la Tarraconense se produjo la forma Oberaden 74, en la Bética los tipos urceus y Dressel 28 y en la Lusitania el tipo Lusitana 3.
La identificación de una morfología análoga en la Meseta constituye la primera evidencia de una producción en el interior de una manufactura anfórica no sólo destinada a comercializar productos hacia ámbitos inmediatos y quizás lejanos, sino que es también prueba de la existencia de procesos semejantes a los existentes en otras regiones peninsulares: la adopción de modelos cerámicos concretos con demostrado éxito comercial y con un valor intrínseco, en zonas alejadas del foco original de las mismas, destinadas a envasar y comercializar productos de origen local. Es lo que podemos concluir, por ejemplo, del fenómeno de la reproducción de las Gauloise 4 en la costa bética o de las Dressel 28 en la Lusitania, en los alfares del Tajo y del Sado.
Los atributos morfológicos de los fragmentos recuperados (bordes, cuellos, asas, cuerpos, probables fragmentos de fondo) en la zona de Segobriga apuntan en la dirección de una producción regional del tipo conocido como Oberaden 74 (figura 2), típico de la costa tarraconense, particularmente del Camp de Tarragona y Baix Ebre, y producido en gran numero de alfares mayoritariamente ubicados en la franja costera de la tarraconense central y septentrional (Carreras y González Cesteros, 2012), zona correspondiente a gran parte de la actual costa catalana. Sin embargo, la observación parcial de cada uno de los aspectos que componen el tipo procedente del área de Segobriga, revela que éste presenta manifiestas diferencias, convirtiéndolo en cierta medida en un tipo singular (Almeida y Morín, 2012, 238-240).
En primer lugar, la estimación de las dimensiones totales del contenedor revela que se trata de un módulo más pequeño, con cerca de 15 cm de longitud y 10 menos de anchura (figuras 3 y 4). En la misma lógica, y en la misma proporción, también las asas, la altura del borde y de las respectivas molduras son más pequeñas. Por otra parte, el cuello se presenta acentuadamente más bitroncocónico, no tanto cilíndrico, y claramente diferenciado de la boca. Éste, que proporcionalmente presenta un diámetro mayor que el de la Oberaden 74, surge en clara ruptura con la curvatura del cuello y se presenta más exvasado, abierto y más marcado al interior, definiendo prácticamente una cara interna cóncava.
Es cierto que al nivel de las morfologías de los labios, las Oberaden 74 presentan una enorme variabilidad, inclusive dentro de un mismo centro productor - véase el caso de l’Aumedina - y algunas con perfiles más cercanos a los del tipo segobricense. Del mismo modo, algunas de las variantes conocidas presentan también un interior con mayor índice de concavidad, pero nunca tan marcado, ni con la boca tan demarcada del cuello, casi como “collarín”, tal como se refirió anteriormente.
Figura 2.- Reconstitución formal de las ánforas Tipo Segobriga / Oberaden 74 similis identificadas en Rasero de Luján (según Almeida y Morín, 2012, 237) |