La cronología de la forma no está bien definida, ya que los ejemplares publicados proceden de excavaciones arqueológicas antiguas, habiéndose propuesto para su datación unas fechas genéricas de los ss. IV y V d.C. (Molina y Nestares, 1983, 359). En Los Barreros, la cronología propuesta oscila entre mediados del s. III y principios del s. V (Bernal, 1998, 77), a la cual se ajusta también la disponible para la villa del Puente Grande en Los Barrios –inicios s. IV a inicios del s. V- (Bernal, 2002, 373-376), por lo que a esperas de ulteriores precisiones en el futuro es este amplio intervalo el que proponemos, sin que sea posible por el momento saber si ambas variantes son sincrónicas o evolución una de la otra.
Su producción está claramente documentada en el taller de los Barreros, en la costa de Granada (Bernal y Navas, 1998, 77-80), en porcentajes difíciles de cuantificar al ser materiales procedentes de hallazgos casuales. No obstante su ausencia en otros talleres alfareros sincrónicos como Los Matagallares (Bernal, 1998, ed.) o en el documentado en fechas más recientes en Torrenueva (Ruiz Montes y Serrano, 2009) permite plantear que su manufactura no parece ni generalizada ni muy abundante. En la Bahía de Algeciras también se ha detectado la presencia de bordes afines a la forma Majuelo I, en el horno de la villa del Puente Grande (Los Barrios), con un porcentaje menor del 4%, correspondiendo a descargas defectuosas posiblemente de época de Teodosio I (Bernal, 2002, 373-374 y 376, fig. 264, nº 39).
Figura 3.- Borde de ánfora del tipo Majuelo I procedente del alfar bajoimperial de la villa del Ringo Rango, en la Bahía de Algeciras (Bernal, 2002, 383, fig. 264, nº 39) |
En Lusitania se han constatado algunas formas muy similares tipológicamente a la Majuelo I, como sucede con algunos ejemplares de São Cucufate, aparentemente de producción local lusitana, y emparentados por los excavadores como evoluciones tardías de la Dressel 14 (Mayet, Schmitt y Silva, 1996, fig. 82, nº 32). Es posible realacionar con esta forma algunas ánforas producidas en el taller de Pinheiro (Mayet y Silva, 1998, 270, fig. 120, nº 47), por lo que en el futuro habrá que explorar la posibilidad de una posible manufactura lusitana de este tipo. La dificultad de su identificación radica en el carácter fragmentario del material, lo que provoca la asimilación con otras formas (como la Beltrán 72 o las llamadas Sado 1, 2 y 3).