Basándonos en la principal fuente de información actualmente disponible para estas imitaciones, los talleres alfareros de la bahía gaditana, la producción de perfiles de tipo grecoitálico hunde sus raíces en la etapa prerromana y se extendió con naturalidad hacia las fases de actividad de los talleres tardopúnicos locales hasta enlazar con la eclosión de las imitaciones de Dr. 1A desarrolladas en la zona a partir del tercer cuarto del siglo II a.C. (una síntesis actualizada en Bernal, García y Sáez, 2013).
Los datos que actualmente manejamos permiten sostener que probablemente durante la primera mitad del siglo III ya se encontraban en marcha estos mecanismos de imitación de envases suditálicos, detectados tanto en centros de consumo como alfareros de la bahía gaditana, posiblemente relevando a las imitaciones de tipo jonio-massaliota y corintias que se habían fijado en el repertorio local desde los inicios de la fase tardoarcaica (Ramon, 2004; Ramon et alii, 2007; Sáez y Díaz, 2007). Estas primeras versiones locales de las grecoitálicas piriformes y de labios triangulares con pestaña muy proyectada propias del momento parecen ser, en general, fieles a sus prototipos exógenos (Will A), si bien se echa en falta en la actualidad la disponibilidad de ejemplares completos y de contextos que permitan una primera evaluación cuantificada de su importancia estadística dentro de la producción de alguno de los talleres insulares.
En la segunda mitad de la centuria esta manufactura de imitaciones de perfiles itálicos se encontraba plenamente consolidada, y a juzgar por el registro examinado hasta ahora procedente de alfarerías locales, estaba extendido a la generalidad de centros activos tanto en momentos prebárcidas como en las décadas finales del siglo III. Torre Alta ha proporcionado una completa secuencia que testimonia al completo esta fase de producción en base al relleno de múltiples hornos y vertederos (Sáez, 2008a), confirmando con no menos rotundidad la perduración de su manufactura sin aparentes cesuras en la primera mitad del siglo II (García Vargas, 1996 y 1998; Muñoz y De Frutos, 2006).
El tope reciente de la cronología de fabricación de versiones locales de tipo grecoitálico puede situarse precisamente en los inicios del tercer cuarto del siglo II, producto no de una sustitución por otras formas sino más bien de una adaptación progresiva a la propia evolución formal de los prototipos foráneos (que en este lapso darían origen a las Dr. 1A y, poco más tarde, las primeras Dr. 1C). Es posible, como sugieren contextos documentados en Olisipo (Pimenta, 2005) o Baelo Claudia (Bernal, Arévalo y Sáez, 2007) que el proceso comportase la coexistencia hasta los inicios del último cuarto de la centuria de formas grecoitálicas muy evolucionadas (Will E) y perfiles ya plenamente encuadrables en el grupo Dr. 1, quizá producto de distintas velocidades o políticas de adaptación de los numerosos talleres gaditanos implicados en su manufactura.
Al margen de estos parámetros arrojados por el caso de Gadir/Gades, existen indicios que sugieren que este tipo de ánforas fueron también fabricadas en talleres vinculados a la ciudad de Carteia durante gran parte del siglo II o incluso un poco antes (Bernal et alii, 2010), estando constatada la producción de Dr. 1 en su territorio al menos desde las primeras décadas del siglo I en talleres como El Rinconcillo (Fernández Cacho, 1995; Bernal y Jiménez, 2004). Es posible que las alfarerías carteyenses sufriesen por tanto un proceso de evolución de sus imitaciones similar al observado en la bahía gaditana, adquiriendo sobre todo sus versiones de Dr. 1C una gran relevancia en lo referido a su expansión comercial exterior durante el siglo I (Bernal, García y Sáez, 2013). En cualquier caso, los topes cronológicos para la producción de envases de perfil grecoitálico en otras áreas costeras de la Ulterior están por el momento por definir, tanto como lo está la propia existencia de otros focos de producción alternativos a los ya mencionados.
Es evidente que el origen formal de estas imitaciones puede buscarse entre las producciones de grecoitálicas arcaicas generadas principalmente en la mitad sur de Italia en el s. IV tardío y, sobre todo, durante el siglo III (Vandermersch, 1994; Olcese, 2004; 2007; 2010). En el marco de la bahía gaditana la fabricación de imitaciones de tipo griego contaba ya entonces con una larga tradición, por lo que estas versiones de ánforas suditálicas probablemente se insertaron sin problemas en esta misma dinámica ya asentada en los talleres y rutas comerciales gadiritas. Las razones exactas que motivaron estas imitaciones no pueden precisarse, aunque siempre se mantuvieron en porcentajes bajos respecto de las series de tipo púnico tradicionales, por lo que la competencia puntual en escenarios comerciales comunes a sus prototipos itálicos parece una de las vías posibles para explicar los orígenes de esta práctica.
Sobre el origen geográfico de las grecoitálicas sudhispanas, es decir, sobre sus focos de producción costeros, sólo cabe insistir en lo ya adelantado en otros apartados. Así, la bahía gaditana es actualmente el máximo referente sobre esta problemática, habiéndose constatado desde hace algunas décadas la producción de grecoitálicas en sus alfares (Perdigones y Muñoz, 1990; De Frutos y Muñoz, 1994; García Vargas, 1996 y 1998, 69-71). En este sentido, cabe destacar además que se trata del único foco que ha aportado hasta el momento los primeros indicios de epigrafía estampada sobre estas imitaciones, tanto en sus versiones antiguas como en las evolucionadas. Los estudios más recientes en sus talleres cerámicos han permitido asimismo perfilar en buena medida múltiples aspectos relativos a sus atributos tipológicos, proceso evolutivo, etc. (Sáez y Díaz, 2007; Sáez, 2008a-b; Bernal, García y Sáez, 2013).
La fabricación de estas versiones occidentales de grecoitálicas parece que puede extenderse también al marco de la bahía algecireña, al menos durante el siglo II, según sugiere el registro de Carteia (Blánquez, Bernal y Sáez, 2006; Bernal et alii, 2010). Es posible que este otro escenario productivo pudiera tener unos ritmos y procesos algo diferenciados de los documentados en el ámbito gaditano, debido a la importancia del factor itálico en la zona tras la fundación de la Colonia Libertinorum en 171 a.C.
La presencia en el litoral mediterráneo andaluz de áreas productivas de Dressel 1 tardorrepublicanas (Torre del Mar, Málaga: Arteaga, 1985) abre la posibilidad de una producción local de grecoitálicas, en la misma línea evolutiva que la conocida para las bahías de Algeciras y Cádiz, aunque las evidencias de una producción de imitaciones de ánforas itálicas en la Costa del Sol con anterioridad al siglo I a.C. son, hoy por hoy, inexistentes).
Otros focos comerciales principales sudhispanos -tanto en la costa mediterránea como en la atlántica- pudieron ser asimismo partícipes de la producción de estas imitaciones, al menos tras la anexión romana, aunque por el momento no contamos con indicios que permitan un encuadre cronológico y contextual de estas virtuales producciones occidentales. Se trata de un fenómeno historiográfico muy reciente, con escaso eco aún fuera del marco regional, lo que probablemente mantiene por ahora invisibles estos puntos alternativos de producción y aún más la circulación de estas imitaciones dentro y fuera de los límites de la propia área del Estrecho.