Los ejemplares más antiguos conocidos son los de la Alcudia en Elche, que parecen remitir a mediados del s. III d.C., fechándose a finales de esta centuria los ejemplares del Cabrera III mallorquín. En la necrópolis campana de Gricignano se localizó un ejemplar fechado en el s. IV, de ahí que originalmente se plantease un intérnalo situado entre el 250-400 (Bernal, 1996, 257), fechas que actualmente parecen mantenerse, pues los ejemplares más recientes parecen fecharse a finales del s. IV o inicios del V (Remolà, 2000, 176).
Desde un primer momento, la macroscopía de su pasta inducía a considerarlas como de factura peninsular (Bernal, 1996, 257-258). Resulta difícil, por el estado fragmentario del material, saber si algunas de las variantes de borde de las Dr. 30 -especialmente las de borde triangular apuntado- (Bernal, 1998, 277) podrían corresponderse con esta forma, de manera que la misma hubiese sido objeto de fabricación en algunos talleres de la costa granadina o incluso malagueña (Finca del Secretario), si bien será necesario en el futuro profundizar al respecto.