Las distintas versiones de las anforillas T-9111 son uno de los soportes sobre los que la epigrafía anfórica tardopúnica gaditana está actualmente mejor representada (figura 13a), con múltiples hallazgos de amplia diacronía y destacada dispersión geográfica. Por el momento son los talleres gaditanos los únicos proveedores de sellos sobre estas ánforas, al menos a tenor de la información publicada, registrándose un notable conjunto de iconografías tanto en contextos de producción (o genéricamente artesanales) como de consumo:

Figura 13a - Esquema actual del estampillado de las T-9111 según las evidencias proporcionadas por los talleres y contextos de consumo gaditanos (izq.), y casos de asociación de tipologías y sellos: Torre Alta (1 y 4), Plaza de Asdrúbal (2) y Adra (3) (a partir de Sáez, 2008a-b; Muñoz et al., 1988 y Fernández-Miranda y Caballero, 1975)

Una de las primeras muestras de epigrafía corresponde a los sellos sobre T-9111 documentados en las intervenciones de 1987-1988 realizadas en el alfar de Torre Alta (Perdigones y Muñoz, 1990; De Frutos y Muñoz, 1994), ejemplares que situados inicialmente entre los siglos IV/II, fueron finalmente encuadrados en la producción del taller propia de los inicios o primera mitad del II a.C. (García Vargas, 1998; Muñoz y De Frutos, 2006). En esta intervención se documentaron tres cuños diferentes mostrando aparentemente dos motivos principales (estampados siempre en cartelas ovaladas o pseudo-rectangulares sobre el listón exterior del borde; figura 13a, 4 y 13b, 3-4): por un lado, el denominado símbolo de Tanit con su estructura básica, y por otro, una figura en actitud de envasar dentro de un ánfora, con un pez colgado en vertical a su espalda en clara referencia a la industria pesquero-conservera local.

Figura 13b - Sellos alfareros vinculados a la producción gadirita: estampilla inédita del CDB (1) (fotografía D. Bernal y Proyecto Sagena), sello de los niveles de fundación de Valencia (2) (según Sáez y Máñez, 2009), ejemplares de las campañas pioneras en Torre Alta (3-4) y asas selladas documentadas en la campaña de 1995 en Torre Alta (5-6)

En el mismo taller de Torre Alta, las excavaciones de 1995 (Sector 1) proporcionaron un excepcional conjunto de sellos aún inédito documentado entre las deposiciones iniciales de un gran testar generado al reutilizar un frente de cantera para la extracción de arcillas. La excavación de estos niveles, probablemente generados en la recta final del siglo III, permitió recuperar medio centenar de improntas estampilladas sobre la cara exterior de las asas de recipientes T-9111 evolucionados (figura 5), generalmente impresas con escasa precisión generando sellos sólo parcialmente legibles. El motivo representado corresponde de nuevo al esquema del envasador, aparentemente con una profunda relación con este alfar, pero en este caso representado a partir de una figura más estilizada y con mayor detalle (glóbulos bajo los brazos, representación de la musculatura y facciones, etc.) (figura 13b, 6-7). La inexistencia de ejemplares completos no permite dilucidar si se trataría de individuos que portarían uno o dos sellos (uno en cada asa, lo que indicaría un mínimo de 25 ánforas), si bien cabe apuntar en contrapartida que se trató de un vertido unifásico que probablemente fosilizó el resultado fallido de un solo esfuerzo de cocción.

Figura 5 - Tipología de las T-9111 documentadas en los depósitos de vertedero exhumados en la campaña de 1995 en el alfar de Torre Alta, con la coexistencia de morfologías "arcaizantes" y modelos evolucionados portando estampillas en las asas

De las excavaciones de 1984 en el yacimiento de Plaza de Asdrúbal procede, asociada a los niveles de uso de la “factoría de salazones” de época tardopúnica, una T-9111 fragmentaria con un sello aplicado en el labio (justo por encima de la incisión que delimita el borde al exterior) que representa a dos atunes en cartela circular (Muñoz, 1993; Ramon, 1995). Este sello (figura 13a, 2) ha sido puesto en relación con la importante industria salazonera local y con la pareja de atunes habitual en los tipos monetales de Gadir (Alfaro, 1988). La cronología del sello no puede ser precisada en base a la estratigrafía del yacimiento, que arroja fechas demasiado amplias para esta fase (siglos III/I) pero la propia morfología del envase parece abogar por un estadio desarrollado del tipo, quizá hacia el segundo cuarto o tercio central del siglo II a.C.

Otro posible sello gadirita, también estampado sobre el labio de una T-9111 parece proceder de antiguas excavaciones realizadas a mediados de los años setenta en la costa de El Puerto de Santa María a cargo de A. Pascual Martín (1975) -referido como procedente de La Algaida en García Vargas, 1998, 65-. Se trataría de un ejemplar encontrado en contexto, junto a otros materiales de época tardopúnica avanzada como ánforas griegas (¿rodias?) y barniz negro de importación, del que podemos inferir de nuevo una datación tardía dentro del siglo II. En este caso, se trataría de un sello en cartela circular en el que se habría representado al parecer una mano abierta.

También procedente del área portuense cabe citar un ejemplar inédito de la campaña de 1991 del Castillo de Doña Blanca (figura 13b, 1), en concreto del entorno de la muralla, depositado actualmente en el museo provincial gaditano. La estampilla, de cartela pseudo-rectangular, muestra una figura humana delineada con gran detalle que porta un instrumento alargado sobre el hombro, quedando colocado el sello junto a una de las asas sin llegar a superponerse a la incisión entre borde y cuerpo. La tipología del envase, evolucionada, parece remitir a los momentos finales del siglo III (momento de abandono del poblado; Ruiz y Pérez, 1995) o ya a las primeras décadas del siglo II a.C. 

Finalmente, intervenciones recientes en el entorno subacuático de la bahía gaditana han permitido rescatar al menos un ejemplar fragmentario de T-9111 que portaba una estampilla anepígrafa apenas legible junto al asa, por debajo de la línea marcada por la incisión de separación entre cuerpo y borde. La iconografía concreta del sello no puede determinarse con total certeza, pero es posible que corresponda a un cuño de cartela casi circular con representación de un pez en actitud de nadar, sinuoso, acaso asociado a otros atributos o elementos no conservados. La datación del individuo, en base a su tipología, parece situarnos de nuevo en los dos últimos tercios del siglo II (información cortesía de A. Higueras-Milena).

Fuera del marco de la bahía gaditana y su entorno, la documentación de producciones selladas gadiritas es, hasta el momento, escasa (Ramon, 2004, 87), contándose por ahora solo tres casos distribuidos al este de las columnas hercúleas:

En primer lugar, un sello aparentemente perteneciente al repertorio gadirita procede de las antiguas excavaciones realizadas a comienzos de los años setenta en el Cerro de Montecristo de Adra (Almería), solar de la antigua ciudad fenicia de Abdera (Fernández-Miranda y Caballero, 1975) (figura 13a, 3). Se trata de una pieza documentada en el Nivel I del corte B-1 de la Zona 1 descrita por sus excavadores como “(…) un borde ensanchado al interior, muy vertical, probablemente de un recipiente de buen tamaño, que en su cara externa presenta una marca consistente en un rombo en posición casi vertical inscrito en una circunferencia” (Ibid. 1975, 55-56, fig. 25, nº 381). En efecto, se trata de un labio engrosado al interior de un ánfora del tipo T-9111, con acanaladura fina externa para delimitar el labio y la altura de inserción de las asas, con una tipología propia de los talleres gadiritas de hacia mediados o segunda mitad del siglo -II. Aunque el material presentado en las figuras de la publicación original parece en general bastante homogéneo, en consonancia con la tipología del propio envase, se documentan elementos datantes mucho más tardíos en el nivel, por lo que se propone una conformación del estrato al menos correspondiente a época tardoantigua (Ibid. 1975, 260-261), apoyándose en las fechas arrojadas por los niveles infrayacentes. Por tanto, no puede hablarse sensu stricto de material contextualizado en este caso, si bien como antes señalamos la propia tipología del envase y el grueso del material documentado parecen ser bastante elocuentes al respecto. El sello, estampillado sobre la parte inmediatamente superior a la incisión en el labio, presenta una cartela circular en la que parece inscribirse un motivo de forma romboidal, quizá una esquematización de una losange (García Vargas, 2001).

Menos información aún podemos extraer del otro hallazgo externo a la bahía gaditana de ánforas selladas con esta procedencia: se trata al parecer de un ejemplar inédito del tipo T-9111 (Ramon, 2004, 87, nota 7), un borde con una estampilla en cartela circular ilegible encontrado sin contexto en la acrópolis de Ibiza (ronda de G. B. Calvi), que en base a su tipología y pasta el autor atribuye sin dudas a una producción gadirita. Desde luego, aun faltos de contexto, la geografía y aparente cronología tardopúnica de estos hallazgos no debe sorprender, si atendemos al hecho de que ambos eran enclaves frecuentados por el comercio gadirita desde centurias antes posiblemente dentro de las redes que unían el área atlántica del Estrecho con el Golfo de León.

Recientemente se ha ampliado la presencia de producciones T-9111 de origen gaditano selladas con un individuo documentado en los horizontes fundacionales de Valentia (fechados ca. 138 a.C.). La estampilla, de escasa calidad y defectuosamente impresa, fue colocada sobre el surco que separaba el borde de la pared del cuerpo, probablemente no lejos de una de las asas (Sáez y Máñez, 2009) (figura 13b, 2). La iconografía representada torpemente recuerda los sellos de Torre Alta relacionados con tareas de envasado, si bien en este caso la figura humana parece colocarse en posición sentada o casi agachada, con rasgos muy esquemáticos. Orientada hacia la izquierda, los brazos se extienden hacia lo que parece una representación también muy simplificada de una anforilla T-9111, no pudiendo precisarse si el personaje está en actitud de rellenar o más bien de tornear la pieza.

La gran mayoría de los sellos documentados hasta el momento enmarcan el estampillado de este grupo T-9111 en los alfares gadiritas entre el final del siglo III y la práctica totalidad del II a.C. (al menos hasta los inicios del último tercio o cuarto), sin que obviamente podamos descartar en el estado actual de la investigación una futura ampliación tanto del número de cuños como del arco cronológico barajado. La tendencia es en este sentido muy positiva, permitiendo ser optimistas en cuanto a la futura localización de nuevos individuos en contextos de producción y su identificación en contextos atlántico-mediterráneos de recepción de estas anforillas.