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Enrique García Vargas, Daniel Martín-Arroyo, Lázaro Gabriel Lagóstena Barrios, «Beltrán IIA (Baetica coast)», Amphorae ex Hispania. Landscapes of production and consumption (http://amphorae.icac.cat/amphora/beltran-iia-baetica-coast), 08 July, 2016

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La denominación habitual del tipo se debe a Miguel Beltrán (1970) quien la incluyó en su forma Hispánica II, en la que señala dos grupos netamente diferenciados: las IIA y IIB que, a partir del nombre del autor, han pasado a denominarse universalmente Beltrán IIA y B.

Figura 1.- Anfora del tipo Beltrán II A (Museo de Cádiz, foto D. Bernal)

Es uno de los tipos salsarios béticos de más compleja sistematización debido a que fue producido en decenas de alfarerías a lo largo de toda la costa bética, lo que introduce en la morfología de estas ánforas una variabilidad formal realmente notable. Realizadas en diversos tamaños a lo largo de los siglos I y II d. C., las Beltrán IIA derivan formalmente de las ánforas del grupo I de Beltrán o Dressel 7-11, especialmente de las Dressel 7 (aunque también guardan ciertas conexiones con la Dressel 8) con cuyas formas terminales comparten al principio de su vida productiva determinadas características tipológicas. Como suele suceder en estos procesos de desarrollo gradual de unas formas a otras, el momento exacto en el que podemos dejar de hablar de Dressel 7 para comenzar a hablar de Beltrán IIA es difícil de establecer, y a menudo se hace con criterios arbitrarios o difusos, lo que hace que piezas que para algunos autores son claramente Beltrán IIA, otros prefieren seguir incluyéndolas en la forma 7 de Dressel.

Si hubiera que señalar un criterio de atribución claro, éste no podría ser, al menos para los ejemplares más antiguos, ni la forma del borde, ni la de las asas y ni siquiera la del cuerpo, pues tanto en la Dressel 7 como en la Beltrán IIA conviven cuerpos ovoides con otros ensanchados en la base, aunque los primeros predominen en la Dressel 7 y los segundos en la Beltrán II. La forma del pivote sí puede considerarse, sin embargo, una guía tipológica notable, ya que en su casi totalidad las Beltrán II presentan pivotes cónicos huecos que parecen haber evolucionado de los pivotes de fondo redondeado de las Dressel 8 más recientes, mientras que las Dressel 7 conservaron hasta el final de su producción los largos pivotes cilíndricos que compartieron con las Dressel 10 y 11 y que pasarán casi sin trasformaciones a las Beltrán IIB.

Un conjunto importante de piezas del siglo I d. C. (Liou, 1992) que por su proximidad formal a la denominada Pompei VII (prototipo al que Richard Schöne atribuyó en el CIL VI todas las inscripciones salsarias béticas) han sido asimiladas a las Beltrán IIA (ejemplares de los pecios Lavezzi 1 y Lavezzi 2) deben considerarse en realidad como formas relacionadas con las últimas Dressel 7 de época tiberiana (cf. alfar de El Gallinero, en Puerto Real, variante B) o ya julio-claudia tardía (ejemplar de Las Cabezuelas, en Puerto Real o de Port-Vendres II, variante D) e incluso flavia (alfares de Olivar de los Valencianos y Puente Melchor en Puerto Real y ejemplar 586 de Vindonissa). Excepto los escasos ejemplares fragmentarios de entre los citados, todos los demás llevan con seguridad un pivote cilíndrico, alto y hueco, como resulta característico de las Dressel 7, insistimos, hasta el final de su producción.

Ejemplares de ánforas que, sin grandes dudas, podemos calificar como Beltrán IIA y que presentan tanto cuerpos ovoides como piriformes (Sciallano y Sibella, 1991, ficha Pompei VII: abajo centro y derecha respectivamente) coexisten en Pompeya y en los depósitos de Estagnon, en Fos-sur-Mer (Marty y Zaaraoui, 2011), Dimesser Ort (Maguncia: Ehmig, 2002), fechado entre 65 y 85 d. C. Sin embargo, en Augst (Martin-Kilcher, 1994) y en otro de los depósitos de Maguncia (Hopfengartent: Ehmig, 2002) sólo se documenta el tipo con cuerpo ya claramente ensanchado en su tercio inferior. 

En todos los casos, el pivote es cónico y hueco mientras que los cuellos presentan tendencia cilíndrica y están netamente separados del borde y del cuello por una carena. Las bocas no son muy grandes (20-22 cm.) y presentan bordes masivos, de tendencia triangular, ligeramente colgantes en su extremo superior y ligeramente moldurados o su extremo inferior, que a menudo se reduce a una línea de carenación que lo separa del cuello. Las asas son de cinta, casi siempre sin estrías ni acanaladuras, y parten justo debajo del borde, cayendo verticales a lo largo del largo cuello hasta los hombros. 

En cualquier caso, las características descritas corresponden a las Beltrán IIA iniciales, frecuentes a lo largo del tercio central del siglo I  d. C., pues a lo largo de la primera mitad del siglo II se produce una evolución hacia formas habitualmente más estilizadas y que tiende a eliminar carenas o rupturas de líneas en el perfil del envase, a exagerar la forma piriforme del cuerpo y a ensanchar, a veces muy considerablemente (30-35 cm) el diámetro de la boca. Estas Beltrán II A tardías varían mucho en tamaño y en capacidad, pero se caracterizan siempre por un perfil muy sinuoso que sin solución de continuidad se prolonga desde un borde triangular colgante, sin separación con respecto al un cuello de paredes convergentes y que finalmente se curva para dibujar un cuerpo muy ensanchado en su parte inferior y rematado en el característico pivote cónico. Las asas, siempre de cinta y arrancando justo debajo de la pestaña triangular del borde, son ahora menos rectas, pues siguen la línea de un cuello cuyas paredes suelen converger ligeramente hacia la parte inferior del mismo. A la estilización y sinuosidad del cuerpo se une ahora el hecho de que desaparecen los perfiles ovoides del mismo, por lo que las Beltrán IIA tardías son siempre de cuerpo piriforme, más o menos ancho en la base.   

Estas claras diferencias formales entre las Beltrán IIA más antiguas y las más recientes, a grandes rasgos entre las del siglo I y las del II d. C., permitieron a Miguel Beltrán proponer un subtipo IIA1 y otro denominado IIA2, propuesta que en líneas generales puede considerarse aún como válida.  La diferencia entre una y otra es más morfológica, en el sentido que se ha señalado, que morfométrica, pues tanto en una como en otra variante de las propuestas por M. Beltrán (1970) conviven piezas de diferentes tamaños y capacidades.

La clasificación general de M. Beltrán fue desarrollada para la bahía de Cádiz por E. García Vargas (1998) quien propuso cuatro variantes diferentes denominadas con letras mayúsculas de la A a la D, correspondiendo los dos primeros subtipos (A y B) a la variante IIA1 de Beltrán y los dos últimos (C y D) a la variante IIA2 de Beltrán. A ellas se ha añadido ahora un subtipo intermedio entre Dressel 7D-8 y Beltrán IIA que hemos denominado provisionalmente Beltrán IIA de transición. Podrían haberse denominado igualmente Dressel 7-8 de transición, dadas las conexiones evidentes entre ambos tipos lo que hace que en los ejemplares de transición sea difícil, como se ha dicho, una atribución precisa. En el caso de las ánforas de transición entre las dos formas, el elemento que hemos considerado como definitorio para su clasificación como Beltrán IIA es el pivote cónico alto.  

Las Beltrán IIA de transición son ánforas altas con cuello cilíndrico y bordes exvasados que marcan aún la transición con el cuello. Las asas son rectas y altas, como el cuello, el cuerpo tiende a la forma ovoide, aunque a veces se ensancha ligeramente en la base, y el pivote es cónico, aunque aún de paredes muy cerradas (figura 2).

Figura 2.- Beltrán IIA. Formas de transición del depósito de Estagnon (Fos-sur-Mer, según Marty y Zaaraoui, 2009 ; nº 1 y 2)  y del depósito de Porte d’Orée de Fréjus (según Laubenheimer et alii, 1991 ; nº 3 y 4)

Las Beltrán IIA subtipo A corresponden a ejemplares de cuello cilíndrico y cuerpo ovoide, directas herederas de las Dressel 7D-Vindonissa 586, pero más evolucionadas que las de grupo anterior y de líneas menos masivas. Se presentan con el pivote cónico (aún de paredes muy cerradas) y la moldura inferior del borde muy atenuada o inexistente (figura 3).

Figura 3.- Beltrán IIA, variante A según ejemplares de Pompeya (Sciallano y Sibella, 1991; nº 1) y del depósito de Estagnon en Fos-sur-Mer (Marty y  Zaaraoui, 2009 ; nº 2)

Las Beltrán IIA subtipo B se diferencian de las anteriores porque presentan la boca más amplia, el cuerpo claramente piriforme, a veces con el tercio inferior muy  abultado, y el pivote más abierto y visiblemente cónico. El cuello es aún cilíndrico y las asas rectas (figura 4).

Figura 4.- Beltrán IIA, variante B según ejemplares del depósito de Dimesser Ort de Maguncia (Ehmig, 2002; nº 1) y del depósito de Estagnon en Fos-sur-Mer (Marty y  Zaaraoui, 2009 ; nº 2)

Las Beltrán IIA subtipo C constituyen una evolución directa de las anteriores, con cuerpo piriforme, pivote cónico abierto y cuello casi siempre troncocónico invertido, más estrecho en la unión con el cuerpo que en la que lo suelda al borde, y estando ésta última raramente marcada. En esta variante se ha perdido la carena de separación entre cuello y cuerpo que la variante anterior aún conservaba. Las líneas son siempre más estilizadas y sinuosas en la Beltrán IIA variante C que en la Beltrán IIA variante B (figura 5).

Figura 5.- Beltrán IIA variante C del pecio Tiboulen de Maïre (Sciallano y Sibella, 1991)

Las Beltrán IIA subtipo D son ánforas muy masivas con panzas muy grande, por encima de los 40 cm. de diámetro y bocas muy abiertas que superan a veces los 30 cm. Los cuellos son, en correspondencia, muy robustos y el pivote cónico muy abierto. Aunque recuerdan por lo sinuoso de sus formas y la ausencia de líneas de carenación el perfil de las ánforas de la variante anterior, pueden ser consideradas una variante independiente dado su notable volumen general y el menor desarrollo en altura del cuello en relación al cuerpo (figura 6). 

Figura 6.- Beltrán IIA, variante D, del pecio Lavezzi 1 (Sciallano y Sibella, 1991)

Aunque la división en cuatro variantes fue propuesta inicialmente para la bahía de Cádiz, puede hacerse extensiva en líneas generales para todas las ánforas del tipo independientemente de dónde fueran fabricadas (Liou, 2001), si bien de forma tentativa y  provisional dado que no recoge aún de forma exhaustiva la enorme variedad y la complejidad formal de esta clase de contenedores.

Images in the Gallery

Beltrán IIA from Baetica coast
Dressel's exhibition at Mercati di Traiano (Rome) (photography: Juan Moros Díaz)