La reciente caracterización de esta forma, fácilmente confundible con contenedores de cerámica común, no nos permite por ahora conocer con detalle su distribución. Los pocos datos que disponemos al respecto nos muestran un panorama amplio y muy sugerente, por un lado se han documentado a nivel regional dos ejemplares de Matagallares I manufacturadas en El Mojón procedentes de la Domus de la Fortuna en Cartagena y de la villa del Paturro en Portmán (Quevedo Sánchez, 2013). También se ha constatado un borde de de Matagallares I en niveles tardorromanos de un basurero de L’Antiga Audiencia de Tarraco ( Remolá Valverdú, 1993, 163, fig. 114,36), fechados en la segunda mitad del siglo V d. por lo que nos encontramos con un ejemplar probablemente residual, pero que nos permite constatar el alcance en Hispania de este contenedor.
Así mismo, hemos de considerar el comercio de larga distancia de este tipo anfórico debido a su presencia significativa en la Galia, así lo confirma el hallazgo de 40 bordes de tipo Matagallares I en diversos contextos de Lyon y Vienne donde suponen un 8% de las importaciones anfóricas béticas (Lemaître y Bonnet, 2001, 817-824). En cuanto a la procedencia de las mismas, los propios autores indican que los diferentes fragmentos tienen características macroscópicas muy diversas, reseñándola existencia de varios centros productores (Lemaître y Bonnet, 2001, 818).
Debido a su parentesco morfológico con las ánforas vinarias Gauloise 1, es probable que las Matagallares I estuviesen destinadas al envasado del vino y sus derivados (Bernal Casasola, 2001, 299).
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